C ua de vaca es el último libro de Olga Xirinacs, el más íntimo, aunque utilice el recurso de citarse en tercera persona. Sus breves capítulos enlazan momentos de su vida en una mezcla que en vez de ser confusa resulta aclaratoria.
Ahí están las vacas de sus excursiones con Vicenç, sublimadas en su recuerdo como las de los pintores holandeses del XVIII; sus premios literarios, con sus éxitos y envidias; el Cementerio de los Ingleses, donde se adentró entre revoloteo de mariposas negras; el colegio a su nombre y su ilusión desvanecida; sus refugios nostálgicos de Mont-ral; las sesiones de quimio, el piano y el silencio de soledad al final del pasillo.
Olga es nuestra hada. Toca las palabras con su varita mágica y las transforma en emociones.