El martes, Meritxell Batet, presidenta del Congreso, cortó el micrófono a Albert Botran, de la CUP, por su insistencia en hablar en catalán desde la tribuna. Curiosamente, cuando la presidenta era Ana Pastor, llamó la atención por lo mismo a Meritxell Batet.
Es un lance parlamentario que se va repitiendo desde los años 70, cuando Lluís Maria Xirinacs se resistía a abandonar el idioma materno y el presidente del Senado, Antonio Fontán, ironizó: «Si quiere hablamos en latín», idioma que ambos conocían.
Siendo el catalán, euskera y gallego idiomas cooficiales, su uso no sería problema excepto que requeriría un buen número de traductores simultáneos. Sin ellos, sobre todo en el caso del euskera, no sé si el más perjudicado sería el oyente o el orador.