Es triste que algo tan simple como que se pueda hablar en catalán, gallego y euskera en el Congreso sea la gran concesión de Pedro Sánchez para seducir al independentismo. España es mucho más que «Madrid y provincias». En esa España plural se hablan otras lenguas. Si no se entiende esto, vamos mal. Muy mal.
También es triste, o mejor de una cruel desmemoria, que la derecha se oponga a la amnistía para los independentistas catalanes. El 15 de octubre de 1977 se promulgó una Ley de Amnistía que perdonaba los «delitos» (léase lucha por la libertad) contra la dictadura, pero también los que hubieran cometido autoridades, funcionarios y agentes del orden contra los «derechos de las personas».
¿Se puede amnistiar a torturadores franquistas y no a personas que luchan pacíficamente por una idea? Incomprensible.