Los tres polizones

Amedida que se van conociendo más detalles de la odisea de esos tres subsaharianos que llegaron a Canarias como polizones en la pala del timón de un petrolero, más estremecedora resulta su historia. Cuando los tres hombres, que no se conocían previamente, se lanzaron al agua el 17 de noviembre en el puerto de Lagos para intentar dejar atrás una vida que no merecía la pena en Nigeria no sabían adónde iba el barco, ni cuántos días pasarían en el mar. Llevaban los víveres que cada uno pudo cargar consigo cuando se encaramaron al timón de ese buque maltés. Cuando fueron rescatados, once días después, aún les quedaba algún envase de comida sin abrir. Pero no porque les sobrara, sino porque eran alimentos que no servían de nada sin agua. Y gran parte del agua la perdieron el primer día. Así que la poca que les quedó decidieron no desperdiciarla con la comida; sabían que les mataría antes la sed que el hambre. De hecho, los tres acabaron en un hospital nada más desembarcar con cuadros de deshidratación importante. En sus más de 250 horas en el océano vivieron momentos «de absoluta desesperación». En constante tensión, apenas durmieron. Darían alguna cabezada por agotamiento, pero en su recuerdo está el no haber dormido nada; ¿cómo hacerlo en esas condiciones? Imposible imaginar el grado de desesperación al que tiene que llegar un ser humano para elegir una vía tan arriesgada para huir de su país. Ojalá encuentren el sueño que con tanta valentía perseguían.