Una joven ecuatoriana de 28 años, Leidi Paola, acudió con su novio y una pareja de amigos a la discoteca Fonda Milagro de Murcia, «porque en Caravaca de la Cruz no hay discoteca», contó entre lágrimas su padre mientras mostraba a la prensa el emotivo audio que recibió la familia: «Mami, la amo, vamos a morir».
El móvil, tantas veces utilizado sin necesidad y sin sentido, sirvió esta vez a una joven para expresar en seis palabras la tragedia del incendio y el amor a la persona que le dio la vida.
«Mami, la amo» era el resumen que hizo el corazón de una aventura familiar que comenzó en Ecuador y acabó en un lejano pueblo murciano de 25.000 habitantes.
Un amor de ida y vuelta enlazó madre e hija en la vida y en la muerte.