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    Extorsión
    en el Barça

    17 marzo 2023 19:23 | Actualizado a 18 marzo 2023 07:00
    Josep Moya-Angeler
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    Timaron al FC Barcelona, pero ahora lo visten de timador. En efecto, el que llevaba ya quince años sin arbitrar –y había acabado en segunda división– pero se había apalancado en la organización arbitral, tuvo la feliz idea de extorsionar al club azulgrana.

    «Si me pagas, me dedicaré a protegerte», es el lema que la Mafia proclama y Enríquez Negreira parece que hizo suya, callando aquello de que «si no me pagas, lo pasarás muy mal». Aunque es cierto que cuando el Barcelona dejó de pagarle, le envió una carta al club diciéndole que si no seguía con sus entregas de dinero explicaría ciertas irregularidades en el club. Eso de decirlo por escrito no lo hace ni la Mafia.

    El club, que llevaba años, décadas –como el Real Madrid– pagando sobresueldos a informadores y ayudando a exjugadores y una pequeña legión de los llamados «chupópteros», se sintió tentado por si realmente Enríquez Negreira podía echarle una mano, mientras que sobre todo temió represalias del extorsionador que, a cambio, prometió unos informes inútiles, muchos de los cuales sólo fueron verbales.

    En aquellos tiempos, este tipo de pagos y otras irregularidades eran aceptados como mal menor. Hoy es inaceptable. No podía haber abuso mayor. Si los sistemas mafiosos triunfan es porque hay débiles que se doblegan a sus extorsiones. Extorsionar es un delito.

    En aquellos tiempos, este tipo de pagos y otras irregularidades eran aceptados como mal menor. Hoy es inaceptable

    Los efectos de la paga al exárbitro fueron nulos: en el tiempo que el trencilla cobró su impuesto revolucionario, desde 2006 hasta 2022, el Barcelona ganó ocho ligas, el mismo número, ocho, que las ganadas por el Real Madrid (6) y el Atlético de Madrid (2).

    ¿Ofrecía el referí sus servicios-extorsiones también al Real Madrid? Es curioso señalar que durante esta misma época nació y cundió en los estadios españoles el grito de «¡Así, así, así gana el Madrid!» ante cientos de escándalos arbitrales, mientras en todo el mundo se elogiaba el juego de ensueño del Barcelona con figuras como Messi y Ronaldinho, hasta el punto de que en el Bernabeu se llegó a aplaudir goles del club catalán.

    He vivido en primera persona confesiones de cronistas deportivos que ya en los años 60 y en los 70 aseguraban que la mayoría de ellos recibían cada mes un sobre de unas dos mil pesetas (en aquel entonces, un diez por ciento de su sueldo) de sus amados clubs.

    Lo mismo que ocurría con las entregas de sobre con dinero de los toreros para los cronistas taurinos, porque se decía que los diarios o no les pagaban nada o muy poco. Esos sobres taurinos se entregaban a mano antes de la corrida en el hotel donde los toreros se vestían de luces.

    Fue Bernabeu, de la mano de su maquinador excepcional Raimundo Saporta, quien inventó lo que luego copió el Barcelona: recoger en el aeropuerto al árbitro de la jornada, colmarle de regalos y buenas comidas e incluso llevarlo hasta el estadio. Una norma callada pero real y efectiva: de 1960 a 1980, Real Madrid y Atlético de Madrid se llevaron trece ligas, por dos del Barcelona.

    ¿Por qué el Barcelona cedió a la extorsión chapucera de un exárbitro? ¿Quizá, simplemente, porque los demás también lo hacían?

    Si las cosas se torcían, había momentos en que el presidente del Madrid, Florentino Pérez, llegaba a encerrar en una habitación al árbitro, según confesión de Iturralde González, «para presionar».

    ¿Por qué el Barcelona cedió a la extorsión chapucera de un exárbitro? ¿Miedo, flojera, falta de valentía para denunciar los hechos, o simplemente porque los demás también lo hacían excusándose en que los árbitros cobraban un sueldo pobre?

    Tal vez lleguemos a saberlo cuando llegue la vista del juicio. De momento, una turba inmensa de comentaristas se ha lanzado, sin profundizar, a la carnaza ofrecida por un escándalo que ni es lo que parece ni tampoco debiera hacer rasgarse vestiduras a nadie, porque casi todos estaban en estos asuntos propios de una ‘cosa nostra’.

    En el fútbol juegan once, pero quieren estar en el ajo gentes de una ‘importuna manu escelatori’. Unos cuantos lo consiguen, sea en el palco del Bernabeu o con vergonzosos y delictivos sobres.

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