Temor a los pinchazos

Una amiga con una hija adolescente me cuenta que el temor a los pinchazos por parte de ambas les ha llevado a aprovechar las rebajas para comprar algunos pantalones para las noches de fiesta.

Cuando me lo explica reconoce que no sabe si su temor está justificado y si su decisión de eliminar minifaldas y vestidos del vestuario nocturno de verano de su hija puede servir de algo y la verdad es que tardo unos minutos en darle una respuesta.

Si bien es cierto que solo uno entre los más de 200 casos denunciados se ha vinculado a delitos sexuales, ello no es óbice para relativizar la ola de miedo, prevención e indignación que suscita el goteo de casos en que mujeres jóvenes denuncian haber sido pinchadas en locales nocturnos y lugares de aglomeración y, menos aún, para intentar quitar importancia al fenómeno, frivolizar sobre el mismo o atender a las presuntas víctimas con displicencia.

Vuelvo a la pregunta de mi amiga, ¿la alarma social está justificada? Sí, sí y sí, sobre todo cuando de lo que se trata es de que tu hija pueda salir a disfrutar de una noche de fiesta con sus amistades. Debemos acabar con ese miedo como sea. No puede ser que una vez más seamos las mujeres las que tengamos que modificar nuestro comportamiento mientras quienes provocan ese temor se salen de rositas.