Shanghái, reflejo de lo que queremos ser

El ranking de Shanghái, la clasificación internacional de universidades más influyente del mundo, refleja en su edición de 2022 el implacable dominio de EEUU en la parte alta de la tabla (con 8 en el top 10 y 39 entre las 100 primeras), en paralelo al ascenso de Asia y a la progresiva pérdida de terreno de Europa.

Si bien es cierto que la clasificación prima el volumen de investigación sobre la docencia y las materias técnicas y científicas sobre las humanísticas y sociales, ello no es excusa para que no hagamos una lectura autocrítica de los resultados. España solo cuenta con una institución, la Universitat de Barcelona, entre las 200 primeras posiciones.

Evidentemente nuestro modelo universitario difiere mucho del norteamericano, donde Harvard, Stanford y el MIT copan el podio y donde predominan con instituciones de titularidad privada, excelentemente financiadas tanto por contratos con empresas como por altísimos costes de matrícula que no garantizan la equidad en el acceso a la formación superior. Pero es cierto que hay ámbitos en los que nos queda mucho por recorrer, entre ellos, la financiación universitaria y el gasto en I+D público y privado, que tiene una relación directa con la existencia de centros de educación superior.

Shanghái es más que un examen a nuestras universidades. Es un reflejo de lo que queremos ser en el futuro.