Hollywood, cargante en locos y enfermos

Ya empieza a ser un poco cargante que Hollywood sólo sepa premiar a actores que interpreten a locos, enfermos, maniáticos, drogadictos o visionarios. Sin desmerecer este año el trabajo de Eddie Redmayne (que está excelente haciendo de Stephen Hawking) ni de Julianne Moore (de enferma de Alzheimer), siempre hay otras posibilidades a la hora de calibrar la eficiencia de hacer creíble un papel. No sé que les ocurre a los académicos norteamericanos que cuando ven algo ‘fuera de lo normal’ terminan volviéndose locos y apostando por darles el Oscar. El año pasado sucedió algo similar con ‘Dallas Buyers Club’, con un Matthew McConaughey que tuvo que adelgazar 26 kilos para interpretar el papel protagonista de un enfermo de Sida. En 2004, Charlize Theron se llevó la estatuilla como mejor actriz por ser la asesina de ‘Monster’. Y, aún con la mirada puesta más atrás, podríamos destacar a Jack Nicholson (el maniático de ‘Mejor imposible’), Daniel Day-Lewis (‘Mi pie izquierdo’) o Tom Hanks (‘ Forrest Gump’). Mérito tienen y, todos ellos, se han convertido en actores de primerísima línea mundial. Pero esta 87 edición tenía otras posibilidades, como el egocéntrico Michael Keaton de ‘Birdman’ o Benedict Cumberbatch en ‘The imitation game’. Esperemos que en 2016 cambie la tendencia. Igual que la irregular imagen que a la mayoría nos quedó en la retina de esta gala. Buen arranque, espléndida Lady Gaga con su homenaje a ‘Sonrisas y lágrimas’ y algunos discursos reivindicativos. Por cierto, allí se quejan de las posturas políticas del país, en general. Aquí le ponemos a todo nombre y apellidos. Eso también ya es algo cargante.