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    Eusebio Leal, el amigo de Catalunya más querido en Cuba

    Desde la Habana Vieja, la Casa Eusebio Leal «construye futuro desde el pasado», promociona paseos y cultura, fiel a la divisa de los Historiadores de la Ciudad, capeando la crisis mundial y de la frágil economía cubana

    06 septiembre 2022 20:14 | Actualizado a 07 septiembre 2022 07:00
    Tate Cabré
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    Cumpliría 80 años el próximo domingo, 11 de septiembre, pero murió en julio del 2020, y desde entonces ha sido considerado «insustituible, un apóstol, como Martí», nos comenta un taxista; «un gran hombre» apunta un guajiro entre matas de tabaco, en la remota Pinar del Río...

    Por el fervor popular que siempre le arropó, Eusebio Leal había sido considerado como uno de los grandes candidatos para suceder a Fidel Castro, y así lo publicamos en una entrevista en La Vanguardia el 23.11.2003, en la que nos habló de la importancia del legado catalán en Cuba, especialmente en «la sangre y en la cultura». Un año después en el prólogo de nuestro libro Catalunya a Cuba, un amor que fa història (Edicions 62, 2004) repasaba la herencia cultural catalana para destacar la arquitectura del Modernismo: «El modernismo catalán fue una pasión compartida en ambas orillas del mar, recibiendo de este lado el acento que el trópico le concede a todas las cosas».

    Aún tanto tiempo tras su muerte, su nombre nos despierta nostalgia y es sinónimo de respeto en el más remoto rincón de Cuba, donde llegó de la mano de la TV cubana con su programa semanal Andar la Habana. Era admirado por humildes e intelectuales desde que hizo magia y empezó a transformar en poesía el montón de escombros en que se estaba convirtiendo la otrora hermosísima Habana Vieja, como se denomina al casco antiguo de la capital cubana, allá por los años ochenta.

    Y además de mediático y carismático, era diplomático: viajó por todo el mundo, incluidos los EE.UU. Le llovieron los premios internacionales que hoy llenan las vitrinas de su casa-museo. Leyó el Pregó de la Mercè en 1998, y admiraba a Gaudí, al modernismo, y le gustaba afirmar que sin el asesinato de Prim en la calle del Turco -puntualizaba el nombre de la calle- el devenir de Cuba hubiera sido distinto...

    Por todos estos motivos, los trabajadores, seguidores, admiradores y familiares de Eusebio Leal nos congratulamos de todos los homenajes que se le han dedicado, entre ellos la escultura en bronce a tamaño natural que ilustra este texto, situada ante la entrada del palacio de los Capitanes Generales que él rescató de la ruina.

    Y sobre todo celebramos la apertura y el buen funcionamiento de La Casa Eusebio Leal Spengler, que hemos podido visitar recientemente de la mano de Ariel Gil Gómez, su director, y del Dr. Argel Calcines, director de la revista Opus Habana, desde la cual se difunde la obra de Eusebio Leal y de su predecesor, Emilio Roig de Leuchsenring, primer Historiador de la Habana, y nieto de catalanes.

    Eusebio Leal era todo generosidad. En mi primera conversación telefónica me ofreció su colaboración en todo lo que pudiera contribuir a estrechar lazos entre Cuba y Catalunya y así lo hizo, sin excepciones, a lo largo de los años, gracias a lo cual vieron la luz múltiples publicaciones y proyectos y surgieron verdaderas amistades con sus colaboradores, como los arquitectos José Linares Ferrera y Felicia Chateloin, la historiadora Vivien Acosta Julián, el mismo Dr. Calcines, su hijo historiador y empresario Javier Leal...

    Desde las bellísimas callejuelas de la Habana Vieja La Casa Eusebio Leal «construye futuro desde el pasado», promociona paseos y cultura, fiel a la divisa de los Historiadores de la Ciudad, capeando la crisis mundial y de la frágil economía cubana.

    Y el Dr. Leal, fiel a su divisa de humildad, descansa en los jardines de Teresa de Calcuta, al fondo de la Iglesia de San Francisco, cerca de la oficina donde con tanto corazón hacía saber que: «somos algo más que ron espirituoso y perfume de cigarros».

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