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    Feijóo, Ayuso y Trump. Tres líderes marcados por la debilidad y la contradicción

    La reforma de la sedición, la sanidad y la democracia han puesto de relieve estos últimos días las contradicciones y debilidades de Alberto Núñez Feijóo, Isabel Díaz Ayuso y Donald Trump.

    13 noviembre 2022 19:38 | Actualizado a 14 noviembre 2022 07:00
    Javier Pons
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    Creo que es conveniente repasar la crónica de los últimos quince días para entender mejor que está pasando en Catalunya, España y en la lejana pero influyente en todo Estados Unidos en tres temas diferentes pero que nos afectan a todos directamente.

    Hace quince días Alberto Núñez Feijóo recibió- sentado en su cuartel general provisional- un mensaje de la Presidenta de la Comunidad de Madrid: «Alberto, consideraría un gran error cerrar con el gobierno la reforma del CGPJ (Consejo General del Poder Judicial); te advierto que Sánchez no es de fiar y que va a utilizar este pacto con nuestro partido como muleta de apoyo para perpetrar la barbaridad que está negociando con ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) rebajando el delito de sedición...».

    Al dirigente popular le temblaron las piernas y ahí definió, me temo, su estatura política. Se acordó de cómo había accedido al poder del PP y el papel que la audaz dirigente madrileña había tenido en ese proceso de acoso y derribo a Pablo Casado en el que por cierto él también había participado.

    Hablando en plata.. tuvo miedo y el miedo no es un rasgo que defina a un líder que aspire a gobernar algo más que una comunidad autónoma. En cambio la capacidad de templar las presiones externas mediáticas y las internas si es un valor de alguien que quiere ganar las próximas elecciones.

    El PP lleva años dilatando esta reforma en función de su propio interés y dañando una necesidad institucional que establece la Constitución a la que tanto manifiestan «cuidar» en su partido.

    Lo difícil era aguantar el tirón y pensar en el país pero él prefirió la solución cómoda y populista entre los suyos de mezclar argumentos al esgrimir como excusa lo que estaba preparando el Gobierno para provocar una voladura de puentes institucional.

    Esta semana el presidente del Gobierno ha acelerado las revoluciones de la legislatura anunciando la presentación de un proyecto de ley para derogar el actual delito de sedición y sustituirlo por otro desórdenes públicos agravados. Una reforma de un artículo que llevaba vigente desde hace 200 años y que está más en consonancia con el resto de la legislación de los principales países europeos. Como ciudadano uno esperaría que el líder de la oposición presentara una sólida respuesta argumentando las virtudes para la sociedad española de mantener esa anciana legislación pero en cambio lo único que hemos escuchado es que cuando él sea presidente del Gobierno recuperará ese delito. Y todo fundamentado en que la reforma es únicamente una concesión del gobierno a ERC para conseguir su apoyo en los presupuestos.

    Esa afirmación es otro insulto más pero no dirigido a Sánchez sino a la sociedad catalana y que viene a debilitar aún más si cabe la posición del PP aquí. El PP no tiene otra intención (como ya hizo con éxito el expresidente Mariano Rajoy) que utilizar el conflicto catalán para apuntalar los votos fuera de esta comunidad.

    Esto que políticamente puede ser una estrategia, es una debilidad estructural en la derecha española que no sabe ni quiere gestionar que una parte de los catalanes no se sienten españoles. En vez de intentar escucharlos y quizás seducirlos para reflexionar juntos sobre los errores del pasado (que los hubo por todas las partes) lo único que plantea es la confrontación. Una estrategia en la que curiosamente se encuentran alineados con Junts, el partido del expresident Puigdemont que tampoco ha perdido la ocasión para echar más leña al fuego despreciando la reforma. Sería gracioso entrar en la cabeza de Puigdemont y descubrir que él si pudiera también recuperaría el delito de sedición... ¿Junts y PP tal para cual? Ustedes, queridos e informados lectores, sabrán...

    Mientras tanto en Madrid Isabel Díaz Ayuso prendió la mecha que ha estallado tal y como se pudo comprobar ayer por las calles de Madrid. Despreciando a los ciudadanos y al cuerpo médico ha intentado consolidar el desmantelamiento de la sanidad pública poniendo en marcha primero un sistema de urgencias inútil ante la falta de recursos humanos y técnicos para, sin solución de continuidad, proponer atención por videoconferencia de urgencias.

    Otro disparate más que esta vez quizás si le pueda pasar factura a esta dirigente que prefiere apoyar la hostelería a proteger uno de los pilares de nuestro supuesto estado del bienestar. Esta es la relación de la presidenta madrileña con la sanidad pública: desprecio y desmantelamiento sin despeinarse y, eso sí, con una caña en la mano.

    Para acabar un suspiro de alivio: se acaba de confirmar que, con la victoria demócrata en Nevada, el efecto que perseguía Donald Trump de desestabilizar al nada audaz Joe Biden se ha quedado en un amago que no debe hacernos olvidar que el populismo acecha en cada esquina: Ayuso, Trump, Puigdemont...y quién sabe... ¿Feijóo?».

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