La estrecha amistad ha durado cuatro meses. Donald Trump, apenas tomó posesión el 20 de enero, nombró a Elon Musk como su principal colaborador. Le encargó recortar gastos en dos billones de dólares, despidiendo a miles de funcionarios, cortando ayudas sociales, etc.
Hace poco el idilio se acabó. Escenificaron una escena amable en la que el Presidente entregó a Musk la Llave de Oro de la Casa Blanca, y supongo que a continuación cambió la cerradura. El desencuentro ha ido en aumento a través de las redes sociales. Musk, desde X, involucró a Trump en una red de prostitución de menores, y Trump, desde Truth Social, dijo de su hasta ahora amigo que «estaba loco», situación en la que sin duda tiene experiencia personal.
La pelea de gallos se veía venir.