Limpieza religiosa

Mientras Occidente facilita las mezquitas, los cristianos son liquidados

19 mayo 2017 23:06 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:19
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La brutalidad con que actúa la Yihad islámica, sin duda alguna el mayor exponente actual del terror que inspira el fanatismo, mayormente árabe, no se detiene gran cosa a elegir sus objetivos. Cuando actúa, y cada vez lo hace con mayor frecuencia, dispara a discreción, pone bombas sin mirar contra quien, y con tal de derramar sangre mata a quien se le pone por delante.

En general, sus enemigos son todas las personas que no comparten su obnubilación mental, no importa que sean musulmanes como ellos, pero sí está demostrando una animosidad especial con los que considera sus enemigos naturales, los cristianos que constituyen minorías, a menudo insignificantes, en los feudos donde más ejercen su fobia.

En el Próximo Oriente convivían pacíficamente, desde que ambas religiones existen, musulmanes y cristianos. Los cristianos son pocos, las comunidades más numerosas son la maronita en el Líbano y la copta en Egipto, pero también existen pequeños grupos, como los caldeos, los siríacos o los nestorianos sobre todo en Irak y Siria, que compartían vecindad sin especiales problemas con mahometanos y algunos grupos judíos.

Los judíos hace tiempo que han desaparecido del mapa que rodea a Israel, con minúsculas excepciones, como Marruecos donde sobreviven algunos centenares de familias. Ahora parece que son los cristianos sobre quienes pesan las persecuciones y amenazas más dramáticas En el mundo árabe apenas se salvan y no sin dificultades los que habitan en los países del Magreb. En el resto, de pronto sus vidas pacíficas, cuidando de no entrometerse en los asuntos públicos, se están viendo amenazadas por una verdadera limpieza religiosa. En los atentados en que los terroristas se toman tiempo suelen obligar a sus rehenes a recitar suras del Corán para comprobar quienes son musulmanes y sobre los cristianos disparan primero. Así lo hicieron la semana pasada en una universidad de Kenia, donde la organización somalí Al Shabab mató a 148 estudiantes y profesores empezando por los cristianos a los que antes vejó públicamente.

Algunos millares ya han perdido la vida (muchos en matanzas colectivas), todos se han visto afectados en su tranquilidad y bastantes, los que tienen posibilidades de agenciarse un pasaje y un lugar a donde ir han huido o se debaten en la forma de poderlo hacer antes de que sea demasiado tarde. La población cristiana en esos países está menguando de manera imparable y pronto desaparecerá. Mientras la libertad religiosa en los países occidentales facilita, como es normal, la construcción de mezquitas para que las comunidades musulmanes, tanto suníes como chiíes, puedan cumplir sus obligaciones religiosas, en otros lugares los cristianos son liquidados ante la mirada distraída de los gobiernos que contemplan estas situaciones tan poco ecuánimes con pasividad absoluta.

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