Llora por nosotros, Argentina

Guardar pesos argentinos en un banco es como sostener un helado al sol de mayo

19 mayo 2017 23:47 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:24
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Hasta hace bien poco, escribir ‘... Podemos, dice...’ era una incorrección lingüística doble puesto que ni ‘podemos’ era un sujeto quien como tal podía hablar, ni se trataba de un nombre propio que está siendo estudiado con lupa en todas las facultades de ciencias políticas del mundo como un imprevisto.

Pues bien, dice el Imprevisto que no hace falta que esperemos hasta final de 2015 porque las elecciones generales españolas ya han comenzado en Grecia en donde, según ha manifestado su actual presidente y el gobierno alemán ha confirmado, nuestra madre se juega la permanencia en la zona euro.

Vengo de visitar a una familia en Argentina que también celebrará elecciones presidenciales a finales de año y según quienes salgan electos aquí y allá, quién sabe si la madre patria intercambiara con su hija el hemisferio.

Por si el invierno caliente mandara a nuestro futuro para allá, el día primero de enero cené en un asador y una rubia de la mesa contigua salió persiguiéndome para reprocharme que no hubiera exigido la correspondiente factura en este país en el que la gente está tan esquizofrénica con la inflación que no alcanza a ser consciente de la cuatricromía:

En Argentina coexisten dos cambios del dólar que te quiero verde: el dólar blanco que cotiza a ocho y medio pesos argentinos, y el dólar «blue», por no llamarle negro, que estaba a catorce pues su cotización, a pesar de ser ilegal, aparece todos los días en la portada de la prensa nacional.

Cualquier persona que llega a Argentina con divisas tiene entonces dos opciones; una, conseguir oficialmente pesos argentinos y que te den una sola cara de la moneda, u otra, acudir con sensación de que vas a comprar drogas a los mismos chiringuitos inexistentes en los que los argentinos cambian pesos por dólares. Pues como declaró el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, publicar la cotización del dólar «blue» es lo mismo que propagar el precio de la cocaína.

Es desquiciante para mis amigos vivir el día a día con una inflación del cuarenta por ciento anual y tenderos que rotulador en mano elevan los precios en ascensor mientras los sueldos suben por las escaleras (Perón) Al valor de las cosas hay que añadir que el peso no es una unidad de medida y hacer negocios o planificar el gasto doméstico es como construir sobre suelo en movimiento. La economía no depende de la inversión y la productividad tanto como de los altibajos de la divisa y es mejor especular pues puedes vender las mercaderías y al día siguiente cerrar la persiana sin que el dinero obtenido te permita reponer la mercancía.

Guardar pesos argentinos en un banco es como sostener un cucurucho de helado de dulce de leche al sol de mayo, o si se quiere, exponerte a lo que sucedió en Chipre en donde directamente les rebajaron los saldos de las cuentas corrientes. Desde que se estableció «el cepo», las empresas extranjeras no pueden repatriar beneficios y los argentinos tienen prohibido transferir dólares al exterior a pesar de que el monto total poseído por sus ciudadanos en el extranjero supera a la deuda soberana del país.

En Europa, la moneda única ha producido un endemoniado bucle de deuda y déficit que martiriza al Sur, pero sobre todas las cosas nos ha proporcionado contener la inflación ya que el Banco Central Europeo y los bancos nacionales centrales tienen como objetivo principal, sino único, mantener la estabilidad de precios.

Argentina es un grandísimo país que posee recursos naturales y un ingenio y cultura sorprendentes, pero que pertenece al grupo de economías inflacionistas con regímenes dictatoriales elegidos por el voto popular, como Ecuador donde Rafael Correa persigue periodistas, o como el estado latinoamericano que ocupa el lugar de honor del podio, con Noruega y Suiza, en el índice que permite comparar el poder adquisitivo con el precio de la hamburguesa Big Mac de McDonald’s.

En ‘Venezuela’ se prevé con el desplome del petróleo que la inflación alcanzará el cien por ciento y el cambio oficial respecto a la «lechuga verde» -que así se conoce al dólar paralelo de referencia desde 2003-, supone hoy que por un dólar americano te ofrezcan, o seis bolívares, o sesenta y seis.

Llora por nosotros, Argentina que Cristina ha encontrado en Pablo un aire con Eva y ve resurgir el kirschnerismo. Ora pro nobis, Francisco, pues la alternativa consiste en escoger entre tragarse un sapo o una revolución democrática con dos tazas de Estado cuyo caldo no es sólo la crisis sino la pérdida de crédito de un sistema en el que están manchados todos los partidos que han colonizado y prostituido las instituciones, según informe del Tribunal de Cuentas al que tuvo acceso ayer El País.

De la libertad ni hablamos que esto ya sólo consiste en averiguar si nos quedamos en Guatemala o vamos a Guatepeor aunque sea por la novedad de Podemos y Syriza que tienen una expectativa de voto similar a las tasas de desempleo de España y Grecia. Y los boludos que hace muchos decenios que saben de qué va esto, como el articulista de infobae Carlos Alberto Montaner quien cree que la incursión del populismo en Europa va a afectar a todo el planeta, viste rubia que van a hacerse un hartón de reír.

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