El Ministerio de Educación de China prohibirá que se someta a exámenes por escrito a los alumnos de seis y siete años para reducir la presión académica a la que se enfrentan los estudiantes. Y es que el 67% de ellos no duerme lo suficiente.
Leía esta noticia y me venía a la memoria otra en la que la doctora en Economía por la Universidad de Yale Caterina Calsamiglia cuestionaba el modo como se plantean las notas y los exámenes en el actual sistema educativo español, que en su opinión no entrenan a pensar ni capacitan a los jóvenes para tener una vida saludable y productiva en un mundo cambiante.
Decía esta señora que «los exámenes no hacen daño, hacerlos no es malo, pero el tipo de evaluaciones que usamos son básicamente replicar los contenidos impartidos en clase. Si incorporaran la capacidad de extrapolar lo aprendido o generar ideas nuevas podría ser una evaluación más interesante. La capacidad de réplica no demuestra que esos contenidos que has aprendido sean útiles para tu vida; los puedes vomitar y después te olvidas». Y se preguntaba esta profesora: «¿Por qué no puedes ir entregando trabajos todo el año e ir demostrando tu evolución? ¿Por qué tres días a lo loco y jugárselo todo y creernos que esto refleja algo?».
La verdad es que tiene poco sentido, pero quizá sea más cómodo seguir así que intentar fomentar a través de esos contenidos la capacidad de generar ideas, de asociar, de coordinarte con otros y trabajar en equipo. Entre tanta reforma educativa, no estaría de más replantearnos la utilidad de lo que hacemos.