Navidad oscura la de Barcelona-2021

Barcelona carece de alegría, del bullicio que tenía antes.Cierto que estamos en la sexta ola de la pandemia, y la gente sale menos.  Pero ¿cómo va a salir la gente ante este oscuro panorama?

17 diciembre 2021 08:30 | Actualizado a 17 diciembre 2021 10:16
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Barcelona, este año 2021, ha apagado la alegría de las Navidades. Recuerdo cuando por vez primera llegué a Barcelona, para cursar estudios en la Universidad Central. Al llegar las fechas cercanas a la Navidad vi aquellas luces brillantes, que se encendían y apagaban: eran campanillas, ángeles, estrellas, adornos… y música navideña, esos villancicos (se remontan al siglo XIII) que se han convertido en cánticos populares.
Había y hay tantas canciones navideñas catalanas, vascas, gallegas, andaluzas y castellanas… había y hay tantas poesías, prosas, funciones de teatro (els Pastorets), y películas de cine dedicados a la Navidad, que atravesar Barcelona y no oír nada, ni ver nada que te recuerde la Navidad… Es triste, la verdad.

Cuando llegué a Barcelona veía a la gente bulliciosa por el centro, la plaça de Catalunya, les Rambles, el Passeig de Gràcia, el carrer Pelai, el Portal de l’Àngel, el Belén delante del Ayuntamiento… Yo me paseaba feliz con tanta luminosidad y con pesebres. Visité una exposición de pesebres que se hacía todos los años, según me dijeron. 

No era una Navidad solo religiosa, pero era Navidad. Yo me sentía feliz en medio de los comercios. La gente estaba alegre. Yo no conocía a nadie, pero es como si conociera a todo el mundo. No lo olvidaré nunca. Aquello era la Navidad: todo un esplendor de músicas, villancicos, de guirnaldas, de luces intermitentes, de ramales de bombillas que se encaramaban por los árboles de las Ramblas…  No lo olvidaré nunca. 

Vino a comer a nuestra casa un hijo que vive fuera de Barcelona. Y yo, como para revivir aquella Navidad barcelonesa, aun conociendo las carencias y la poca simpatía del gobierno municipal actual hacia las fiestas navideñas, le dije contento: «¡Vamos a ver las luces de Barcelona!».

Paseamos por los mismos sitios donde, recién llegado a Barcelona, se me había ensanchado el corazón. No esperaba ver lo mismo, ni mucho menos. Pero las luces de la ciudad siempre alegran a quienes viven en ella. 

Pasamos una, otra y otra calle y una plaza y otra… Vimos tan poca luz por todas partes… El Ayuntamiento no ha hecho ningún Belén, sino un engendro que el autor calificó de un adorno de carácter antropológico. ¿Dónde estaba la Navidad? Me supo mal por mi hijo que solo pudo ver segmentos o palos que se encendía y apagaban con muy poca luz y con menos gracia, y todo como muy apagado, oscuro. 

La Diagonal solo alumbraba algo, no en la parte más comercial -que va de la Plaça Cinc d’Oros (esquina con Paseig de Gràcia) a la plaça Francesc Macià- de esta gran avenida que atraviesa la ciudad, sino solo una parte pequeña que va de esta última plaza a El Corte Inglés, cerca del campo del FC Barcelona. 

Se salvó un poco el Passeig de Gràcia, arteria comercial por excelencia, porque ahí los comercios no han querido bajar la guardia y lo han llenado de luces y adornos.

A la hora de cenar vimos un reportaje en televisión que mostraba los adornos de las principales capitales del mundo. Al lado de estas capitales, Barcelona era -es- una ciudad muerta, oscura, triste. Barcelona carece de alegría, del bullicio que tenía antes. Cierto que estamos en la sexta ola de la pandemia, y la gente sale menos. Pero ¿cómo va a salir la gente ante este oscuro panorama? Barcelona está triste.

Tuve que pedir perdón a mi hijo: iba a enseñarle luz, alegría y adornos de Navidad y encontramos oscuridad y tristeza. Le prometí que no lo haría más. Le prometí que otras Navidades visitaríamos Barcelona, pero cuando se viviera la Navidad auténticamente en sus calles y plazas. Barcelona está triste. 

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