Pode...dazos

Podría llegar a parecer que en el PP estar imputado hasta es un mérito?

19 mayo 2017 23:19 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:32
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Postiene el politólogo gallego Antón Losada en ‘Código Mariano’ -ensayo sobre el presidente escrito con una lucidez más del concello de Xove que de la cátedra de Santiago- que Rajoy hace política tapándose cómodamente detrás de su propia caricatura. Días atrás, cuando le interrogaron por los candidatos, se escurrió remitiendo a los periodistas a la sede de Génova porque «allí se toman esas decisiones». Salvando las distancias, sonó a aquello de Franco, también gallego, cuando le iban con problemas: «haga como yo, hombre, y no se meta en política». El dictador de cuarenta años de poder absoluto disfrutaba cínicamente presumiendo de no meterse en política. Y con esa clase de retranca, Rajoy mandó a los reporteros al partido a interesarse por unos candidatos que poco después decidió él solito a golpe de dedazos. Marca de la casa Rajoy.

Ha nombrado al presidente de Melilla, imputado por prevaricación, y al alcalde de Valladolid, procesado, y Murcia, y suma y sigue. Podría llegar a parecer que en el PP estar imputado hasta es un mérito…

Ha nombrado de otro dedazo a Aguirre, que criticó a Rajoy por su dedazo andaluz. El historial de Aguirre (desde el asalto al poder con la compra ladrillera de dos parlamentarios) arrastra Gürtel o la Púnica, y varios lugartenientes caídos por corrupción, de López Viejo a Granados…

Ha nombrado a Rita Barberá. Va a por el séptimo mandato, casi treinta años de cargo, mientras reclaman en Andalucía la virtud democrática de la ‘alternancia’ y la ‘renovación’.

Ha nombrado.

Al presidente se ve que le divierten los dedazos, y más si son turbios, en pleno debate de regeneración de la política. El desafecto de las encuestas le importa una higa. Es su sello. Le gusta disparar con silenciador, pero dejándose ver con la ‘smoking gun’. En Andalucía, con todo cerrado, se sacó la carta marcada de Bonilla en el descuento; y ahora, de una tacada, ha cortado cabezas y ha ungido candidatos a golpe de dedazos tras su sarcasmo de Génova. Su mensaje es ‘El partido soy yo’. De hecho la Operación Madrid es de traca. Para defenestrar a González, desde Moncloa han aireado una intriga antigua de testaferros, policías, chantajes, grabaciones, retratando al partido y sus barones como una ciénaga demencial. En estas razias, además, no se paran en miramientos al usar los datos confidenciales de la policía o de Hacienda. Y sí, González no merecía la candidatura, pero, como el socialista Tomás Gómez, no estaba imputado siquiera; sin embargo Rajoy ha bendecido a varios procesados. Esto no va de ética; es sólo política. Se trata de gestos para marcar el territorio del poder; exhibiendo que el control es suyo, y solo él marca el pulso. Mientras el debate nacional apunta ahora a democratizar el sistema, ahí está Rajoy para darse el gusto de desdemocratizar. Frente a Podemos, su respuesta ha sido Pode.dazos.

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