Prefiero que roben los míos

Es patético que con la corrupción metida hasta las entrañas del PP alguien quiera votarles

19 mayo 2017 23:20 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:30
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En torno al último debate sobre el estado de la nación quiero exponer algunas reflexiones, un tanto deslavazadas. Ha sido valorado por la mayoría de los medios de comunicación como el último del bipartidismo y también intrascendente y monótono, destacando especialmente la frase de un destemplado Rajoy a Pedro Sánchez: «No vuelva usted aquí a hacer y a decir nada, ha sido patético».

La ciudadanía ha señalado, según las encuestas realizadas, que mayoritariamente no ha visto el debate, aduciendo que en el Congreso no se habla de los verdaderos problemas del país, argumento al que recurren sistemáticamente algunas fuerzas políticas emergentes. Argumento sin fundamento. Naturalmente que se hablan de los problemas que nos preocupan a la ciudadanía, otra cosa es que quienes tienen la posibilidad de solucionarlos, hagan caso omiso de ellos. Y pienso así porque he tenido la paciencia, algunos dirán masoquismo, de contemplar en directo la mayoría de las intervenciones de los portavoces de los diferentes grupos parlamentarios, y posteriormente ante la pantalla de mi ordenador me las he leído despacio en su totalidad, recurriendo al Diario de Sesiones del Congreso, que se puede consultar en su página web. El conocimiento de la política exige mucho esfuerzo, tiempo y dedicación. Si los españoles dedicásemos a la política solo la mitad del esfuerzo, tiempo y dedicación que al fútbol, podríamos tener una opinión más real de aquélla. A veces, tengo la impresión que hablamos superficialmente de política basándonos en los comentarios de algunos comentaristas o en los titulares de un programa de televisión, de radio o de un periódico. Insisto, en este debate, de los grandes y diferentes problemas que nos acucian a los españoles se ha hablado con amplitud y sin concesiones. Otra cosa es que los medios de comunicación por las razones que sean esta circunstancia traten de ocultarla.

Quiero exponer las palabras emitidas en el Congreso sobre uno de los problemas que más nos preocupa a los españoles, o por lo menos eso es lo que decimos: la corrupción.

Pedro Sánchez acusó al gobierno de Rajoy: «Sus logros y cómo pasará usted a la historia de España será por tres conceptos: primero, precariedad; segundo, impuestos y, tercero, Bárcenas, señor Rajoy, Bárcenas. Su regeneración democrática es golpear a martillazos el ordenador de Bárcenas en la sede del Partido Popular, señor Rajoy».

Joan Coscubiela señaló: «Usted no puede combatir la corrupción, no tiene autoridad moral, porque usted es il capo de la familia y así es imposible». El uso de tal palabra le supuso una llamada de atención por parte de la vicepresidenta del Congreso Celia Villalobos que presidía la mesa, cabe pensar que en ese momento no estaría jugando al Candy Crush Saga, aunque según las últimas noticias era el Frozen Free Fall, el juego oficial de la última película de animación de Disney: «Usted puede decir palabras que no ofendan personalmente a nadie, y el Diccionario de la Lengua Española tiene muchísimas acepciones como para que no tenga usted que ofender ni al señor Rajoy ni a ningún miembro de esta Cámara». A la que replicó Coscubiela: «Usted es el presidente de un partido carcomido por la corrupción. ¿Es verdad o no es verdad?».

Alberto Garzón, en un extraordinario discurso tanto por la forma como su fondo: «El caso Bárcenas debería haber justificado la dimisión en bloque de este Gobierno hace mucho tiempo. Sin embargo, parece que a usted ni le va ni le viene. Señor Rajoy, el señor al que usted le dijo ‘Luis, sé fuerte’, no es solo una manzana podrida, es el cesto lo que está podrido». Y Rosa Díez: «Señor Rajoy, usted debería haber abandonado ese banco azul el mismo día que el juez dio por probado que su partido se financió con dinero negro, pero usted ha demostrado estar muy por debajo de lo éticamente exigible y viene hoy aquí a intentar tapar sus vergüenzas con cifras y con soflamas».

Retorno a la frase del inicio: «No vuelva usted aquí a hacer y a decir nada, ha sido patético». Parece de una extraordinaria gravedad en un sistema democrático que un presidente de Gobierno pueda decir tales palabras en un tono amenazante, tratando de prohibir el uso de la palabra a un representante de la soberanía popular.

Quiero fijarme en el vocablo patético que, según el Diccionario de la Lengua Española, significa «Que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía».

De acuerdo con este significado, lo que resulta patético es que los españoles hayamos soportado en relación con el caso Bárcenas frases que, además de un insulto a la inteligencia, muestran una desvergüenza extraordinaria por parte de sus emisores, como «Se acordó realizar una ‘simulación’ en forma de ‘retribución’ con pago en ‘diferido’ y con retención a la Seguridad Social», «No tiene nada que ver con el PP, han venido algunos a aprovecharse del PP».

E igualmente resulta patético que ahora en la misma sesión Mariano Rajoy dijera: «Para mi Gobierno, desde luego, es un objetivo prioritario la lucha contra la corrupción. Ya desde el primer debate de política general de la legislatura adoptamos las primeras medidas en esta dirección. Aquellas primeras reformas fueron la avanzadilla del mayor paquete legislativo que se haya presentado nunca relativo a la prevención, la disuasión y el castigo de las prácticas corruptas. Al término de la legislatura España contará con una de las legislaciones más exigentes para prevenir y castigar la corrupción». ¡Ay del corrupto!

Y como guinda del patetismo el tener que oír al portavoz del PP en el Congreso Rafael Hernando: «Señorías, la corrupción no es algo nuevo. Lo que es nuevo es la determinación política del Gobierno para luchar implacablemente contra ella. Esto sí que es nuevo en este país». ¡Que desfachatez!

Lo que también resulta patético es que con la corrupción metida hasta las mismas entrañas del PP, todavía un porcentaje importante de españoles tengan la intención de seguir votándoles en las próximas elecciones. Votantes del PP, la corrupción tiene muchos culpables. Los corruptos, los corruptores y los ciudadanos que no solo la toleran, sino que incluso la justifican con la conocida frase de ‘Prefiero que roben los míos’. Si los ciudadanos fueran implacables ante ella, se acabaría de raíz.

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