Opinión

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Nos ha dejado mi tía Pili. Y qué manera de marcharse. Rodeada de los suyos, sin perder la sonrisa, sin dejar de bromear, despidiéndose de todos con la cabeza clara y el corazón abierto... Y bailando. Porque, incluso cuando en los últimos días la salud le falló y la postró en una cama de hospital, tía Pili sacó fuerzas para bailar con sus hijos y sus nietos. Para alzar los brazos al ritmo de la música y regalar un último momento de alegría, de arte, de generosidad, de consuelo... De lo que fue toda su vida. Qué manera de marcharse.

«Qué bonito es todo», decía estos días. «Qué bien estoy». Sabía que se iba. Y no había miedo en sus palabras. Al contrario. Ganas. Fe. Agradecimiento. También algo de tristeza, sin duda, porque deja a muchos seres queridos atrás... Pero, sobre todo, llena de un deseo inmenso de ver a los que la han precedido: a sus padres, a tantos amigos, a todos sus hermanos... A su marido. Qué manera de marcharse.

Este martes, en Barcelona, nos despediremos de una mujer increíble. Que lo dio todo por su familia, y que ha amado y ha sido amada hasta el final. La recordaremos con lágrimas, pero serán de agradecimiento. Diremos adiós tristes, aunque sabremos que no la perdemos del todo. La dejaremos ir con dificultad, pero también con dulzura. Y la despediremos amando y bailando, como ella querría. Qué manera de marcharse.

Marcharse amando y bailando

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