Resignados, pero poco

Creer que el mundo es mejorable siempre produce una sensación confortable

19 mayo 2017 23:03 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:22
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Todas las religiones afirman ser la verdadera y hay una gran competencia a ver quién miente más y mejor basándose en la «engañosa esperanza». No nos acostumbramos a tener que morirnos, ya que es una experiencia única. Quizá por eso, OlivIer Blanchard, que no es un profeta, sino el economista jefe del Fondo Monetario Internacional dice que la célebre recuperación de España, solo visible para los videntes, no puede considerarse un éxito, ni de público, ni de crítica. La inevitable simpatía que nos suscita a muchos Podemos se deriva en gran parte de que han sabido no resignarse, en un país de resignados. Creer que el mundo es mejorable, a pesar de sus eventuales pobladores, siempre produce una sensación confortable. Desgraciadamente el señor Draghi le está pidiendo a España otra reforma laboral antes de las elecciones, únicamente podremos contribuir a ella quienes tengamos trabajo, ya que a nadie le pueden disminuir su sueldo si no tiene ningún sueldo.

¿Cómo sería España con menos golfos por metro cuadrado? Esa es la gran pregunta, que como todas las preguntas grandes no tienen respuesta. Quizá estaría en disposición de aclararnos algo el señor Rato, el de la camarilla y la sonrisa de actor pésimo. Sus espaldas son anchas, pero tiene más cara que espalda. Una vez fracasado el intento de un Gobierno Mundial, que ha sido el penúltimo de concordia global y del sueño kantiano de paz perpetua, debemos oír los consejos de Olivier Blanchard, que no solo es economista, sino economista jefe del FMI. El buen hombre está persuadido de que España no debe resignarse a tener un paro tan alto. Lo arduo será persuadir a los que no tienen trabajo. Ellos no disponen de otro recurso que resignarse, que dicen que es una virtud cristiana excelente. El diccionario la define como conformidad, tolerancia y paciencia ante las adversidades. O sea, como una cabronada.

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