Ser o no ser

La diferencia entre mis primeros seis años como concejal y el tiempo que me queda en esta casa es que ahora mi opinión tiene crédito, que mis ideas, mis propuestas y mis iniciativas son escuchadas y tienen retorno

14 febrero 2022 08:00 | Actualizado a 14 febrero 2022 12:10
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Decía Hamlet «¿Cuál es más digna acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, u oponer los brazos a este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida resistencia?». Lejos estoy de querer compararme con un personaje tan complejo como Hamlet, Dios me libre, pero sirve esta frase para enseñarnos que cómo afronte uno sus circunstancias es una cuestión de actitud, de disposición. 

No siempre la vida es justa, a veces nos regala sables envenenados, porque todos tenemos un Rey Claudio en nuestras vidas, y debemos entonces decidir cómo queremos que nos afecten las dificultades. ¿Las afrontamos como una derrota irreparable? ¿Nos auto sentenciamos a la inexistencia? Podríamos, pero eso demostraría lo que todo el mundo afirma sobre el ser humano; que es egoísta y autocomplaciente.

Cuando decidí implicarme en esto que llamamos política municipal lo hice con el convencimiento de que mi paso por el Ayuntamiento serviría para mejorar, en mayor o menor medida, las condiciones de vida de mi municipio. Tenía muchos planes: quería hacer de Cambrils un lugar seguro, con menos presión fiscal, con servicios de calidad, un lugar donde las mascotas tuvieran cabida, donde el deporte pudiera practicarse al sol, donde los derechos de los colectivos más desfavorecidos estuvieran garantizados… 

Quería hacer muchas cosas, pero cuando me quedé en la oposición con los mínimos recursos que me concedía mi cargo de «no gobierno» me di cuenta de que nada se puede hacer si no te dejan ayudar. Así fue durante los seis años del gobierno de Camí Mendoza. Lo único que podía hacer era fiscalizar y proponer mejoras que siempre caían en saco roto porque la idea de que la oposición influyese sobre las políticas municipales era una quimera. Sigo sin gobernar, pero ahora al menos me siento útil. Ser o no ser, he ahí el dilema. La diferencia entre mis primeros seis años como concejal y el tiempo que me queda en esta casa es que ahora mi opinión tiene crédito, que mis ideas, mis propuestas y mis iniciativas son escuchadas y tienen retorno. 

Es curioso que quienes pedían diálogo al Gobierno de España no lo tenían ni con los miembros de su propio consistorio. Y parece ser que hay quien lleva mal que se estén logrando mejoras para todos los vecinos de Cambrils. 

La señora Mendoza dijo en el último pleno que los concejales no adscritos nos extralimitamos y yo le respondo: puede que una interpretación jurídica, cuanto menos discutible, no me permita firmar resoluciones o mejorar mis retribuciones, pero aquí no solo se viene a eso. 

La política es una obra de duración limitada, o así tendría que ser y, cuando se baja el telón, uno ha de tener otros planes, otro guion que interpretar. Pero mientras dura la obra hay que entregarse, a pesar de que haya a quien le destroce la psique, porque sus cortas entendederas no sepan asimilar que no todo se reduce al dinero o al poder. Que aquí se viene a servir. «¿Y quién ha de deteneros? Nadie en el mundo sino mi voluntad.»

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