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    Mi sangre es mía y no hablo de ello

    Las mujeres trabajamos estando embarazadas, con niños pequeños, con padres mayores, siempre reivindicando la conciliación, pero nunca, nunca, dando pena. Saber que la mujer puede dejar colgado el trabajo tres días al mes, lo temerán muchos empresarios y a la larga lamentablemente, se notará en la contratación de la mujer

    20 mayo 2022 09:56 | Actualizado a 20 mayo 2022 11:34
    Núria Gómez Granés
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    Sangro, me duele, me tomo un analgésico, el mismo desde hace décadas, me alivia y sigo con mi vida. No necesito chocolate, no estoy irritable, no soy una enferma histérica, tengo la regla. He asumido mi normalidad desde que a los once años mi cuerpo se preparó para poder reproducir.

    En silencio, como con todas las cosas importantes, sin alharacas definitorias de mi feminidad, he vivido mi diferencia sexual con mis compañeros los hombres. No le he contado a nadie ajeno a mi circulo súper reducido de íntimos lo que le sucede a mi cuerpo cada 28 días.

    Ni mi jefe, ni mi tendero, ni la vecina del quinto son tan cercanos a mí como para saber cuándo ovulo, cuándo sangro y cuándo sufro dolor menstrual.

    Lo que desde siempre ha sido parte de mi naturalidad aceptada desde los ancestros, ahora me puede librar del trabajo tres días al mes, eso sí, siempre que lo haga público y se lo cuente a los jefes y lo sepan en el trabajo.

    Compresas, tampones, higiene íntima, olor a sangre, dolor... Todo público y sin pudor.

    Se alzan voces a favor del gran avance en derechos que, con esta medida, dicen hemos alcanzado las mujeres. Otros por el contrario lo vemos, y aquí me incluyo yo, como un retroceso.

    Las mujeres trabajamos estando embarazadas, con niños pequeños, con padres mayores, siempre reivindicando la conciliación, pero nunca, nunca, dando pena.

    Son muchos los derechos que aún reclamamos y que cuesta conseguir en todos los ámbitos. En el mundo laboral, social y político, reivindicamos ser visibles y alcanzar cuotas de poder real. Estoy convencida que la igualdad de oportunidades, no nos vendrá con faltar tres días al trabajo, proclamando que somos mujeres y necesitamos un trato especial por nuestra realidad física.

    Decimos que no queremos ser cuota en las listas electorales, en los puestos de representación, en las áreas de máxima responsabilidad social y laboral; queremos que cuenten con nosotras por nuestro valor personal y laboral y reclamamos la corresponsabilidad.

    Denunciamos que en algunas empresas y a pesar de no ser legal, preguntan a la mujer por el estado civil en la entrevista de trabajo, si los niños son muy pequeños y todo lo relacionado con la vida personal.

    A todo ello ahora hay que añadir una especulación más, la menstruación incapacitante de la mujer y cómo afecta en el puesto de trabajo.

    El coste de los tres días de baja mensual, por el dolor menstrual incapacitante, van a cargo del Estado y no repercute en la empresa, saber que la mujer puede dejar colgado el trabajo tres días al mes, lo temerán muchos empresarios y a la larga lamentablemente, se notará en la contratación de la mujer.

    La desigualdad salarial es un hecho, el techo de cristal que impide avanzar en los puestos de representación sigue oprimiendo, nosotras queremos decidir nuestra trayectoria profesional y académica.

    Necesitamos avanzar como sociedad, no necesitamos que las leyes incluyan nuestro dolor menstrual, no queremos que nos pregunten por nuestra intimidad reproductora, queremos avanzar en la igualdad real desde la diferencia.

    Hay muchas reivindicaciones aún pendientes para las mujeres y que las feministas reclamamos sin descanso. Queremos erradicar la violencia machista y el tráfico de seres humanos, actualmente medio millón de mujeres procedentes de países de Europa central y oriental son introducidas al año en Europa occidental para ser vendidas y explotadas sexualmente.

    Queremos impulsar un feminismo que hable de talento, de valores, de esfuerzo, donde superarse a diario sea el principio único que nos mueva, sabiendo que juntas somos mejores, que no damos pena y que somos aptas para realizar el trabajo que nos propongamos.

    Las mujeres seguiremos sangrando unos días al mes, en algunos casos hay que acudir al médico por dolor incapacitante, por problemas relacionados con el aparato reproductor, no es lo habitual y se soluciona.

    Como mujer independiente, feminista y activista, defensora de los derechos de la mujer, reivindico que nuestro sangrado se mantenga en la intimidad de la alcoba, sin grandes alardes que nos señalen proclamando nuestra diferencia física, mí sangre es mía y no hablo de ello.

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