Viñuales ante el reto de la gobernabilidad

Tarragona votó cambio. Y tendrá, por tanto, nuevo alcalde, en la figura del socialista Rubén Viñuales. Es, qué duda cabe, la noticia más importante en la ciudad. Fue el de este abogado y todo su equipo un triunfo incontestable. Tanto, que su investidura está asegurada, toda vez que cualquier unión que sume los votos necesarios para una alternativa son desde todo punto de vista inviables.

Claro que el hecho de tener asegurada la vara de alcalde no garantiza per se una legislatura plácida. De hecho, será complicado tejer alianzas que le permitan confeccionar un gobierno con una mayoría clara y estable. Él mismo anunció ayer su intención de llevar las riendas del Ayuntamiento con sus otros ocho concejales socialistas en solitario.

Una decisión que no tiene por qué ser mala y que, en todo caso, debería suponer un aval para los principios de la democracia, esos basados en el diálogo, en la negociación, en escuchar al que piensa diferente y entender que también puede hacer propuestas razonables, en tender puentes y tejer consensos, algo que, si bien siempre es recomendable, resulta imprescindible para gobernar una ciudad. Sí, es imprescindible, pero no será una tarea sencilla en un salón de plenos con ideologías tan contrapuestas.

Importante será ver qué tipo de oposición hace una Esquerra que estará dolida por tener que abandonar el gobierno tras una sola legislatura. Fue otra de las noticias de la noche. A priori no se avizora una estrecha colaboración, dadas las diferencias entre ambos partidos en temas tan sensibles e importantes como el POUM, por poner solo un ejemplo.

Junto a ERC, hay que poner en la lista de los perdedores a Ciudadanos, que desaparece del mapa, y a la CUP, que acaba de comprobar que es más fácil vivir en la oposición y la crítica que en la gestión del gobierno. En la parte contraria se halla un resucitado PP, de la mano de la incombustible Maria Mercé Martorell, y, sobre todo, Vox, que irrumpe por primera vez en el pleno y lo hace nada más ni nada menos que con tres concejales.

Una sorpresa que obliga a los líderes de los demás partidos a una seria reflexión, toda vez que la fuerza de la extrema derecha tiene sin duda más que ver con la dejación y el desencanto provocado por las formaciones clásicas que por los méritos de los propios candidatos de Vox. Llegan, en todo caso, tiempos nuevos para Tarragona. En la mano de Viñuales y su equipo, así como en las del resto de integrantes del pleno, está lograr que sean propicios para el bienestar de la ciudad y sus gentes. Estaremos expectantes. Y exigentes.