Votos de castigo

Como la culpa es comparable a la falsa moneda, nadie quiere quedársela

19 mayo 2017 23:09 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:17
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Ser buenos, en el buen sentido de la palabra, no es fácil, pero tampoco es sencillo ser malísimos. Hasta los más depravados descansan, de ahí su inferioridad ante los tontos, que jamás se fatigan. El desencanto ha determinado una nueva aptitud ante las múltiples opciones electorales y creemos que lo contrario de lo pésimo tiene que ser óptimo, pero no contentos con eso, buscamos a los culpables. ¿Dónde están? Todos no pueden guarecerse en el Banco Madrid, ni siquiera en Bankia, ni en otros despachos de silenciosas moquetas y de sillones «fregados y pulidos por la saliva aduladora». En algún sitio tienen que estar los culpables, pero en vez de buscarlos a ellos, lo que indagamos es dónde está la culpa. Con ese título, ‘La culpa’, publicó en la Revista de Occidente un libro el gran Castilla del Pino. Un libro de ardua lectura, que puesto a confesar, debo reconocer que no he sido capaz de terminar. Hay castigos que uno no se merece.

Como la culpa es comparable a la falsa moneda, nadie quiere quedársela y anda suelta. Ahora se están llevando muchas los médicos. En el fondo se les reprocha que no seamos inmortales, pero no es verosímil que el Defensor del Paciente haya recibido durante el año pasado cerca de 15.000 quejas. Recuerdo siempre el epitafio que quería Miguel Mihura que pusieran en su tumba: «Ya decía yo que ese médico valía muy poquito». Es cierto que existen los errores médicos, pero eso de dejarse las pinzas en la barriga de un operado del estómago suele suceder en el TBO, aunque haya ocurrido en algún caso que otro. Los médicos quieren curar y lo consiguen en todas las ocasiones, menos en la última. Habría que buscar otras causas para explicarnos el desmesurado aumento de las llamadas negligencias médicas. Quizá lo que ocurre se debe en parte a nuestras ganas de echarle la culpa a alguien y nadie más cercano que el médico, que se está llevando los votos de castigo y las quejas por no hacernos inmortales.

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