25 comercios centenarios sobreviven en Reus gracias al relevo generacional y la adaptación

Once negocios son del siglo XIX y catorce, del siglo XX. Son testigos de la tradición comercial de Reus, lo que señalan como «el ADN de la ciudad» que «se tiene que mantener»

31 diciembre 2021 18:00 | Actualizado a 02 enero 2022 12:29
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Reus es, históricamente, una ciudad comercial. Sobre todo las calles más céntricas están repletas de todo tipo de tiendas y negocios, lo que atrae, a diario, a muchos transeúntes. El comercio es «el rasgo de identidad» de la ciudad, señala la presidenta de la Unió de Botiguers de Reus, Meritxell Barberà. Y muestra de ello son, especialmente, los comercios centenarios, testigos de esta longeva tradición comercial de Reus.

La capital del Baix Camp conserva a más de una veintena de negocios que suman ya, al menos, un siglo de vida. Algunos, incluso, se han convertido en bicentenarios. Se trata de Confiteria Padreny, fundada en 1815. Diez comercios más iniciaron su actividad en el siglo XIX, como Cereria Salvadó, El Barato, Gelats i Torrons Xixona, entre otros. Mientras que 14 negocios más abrieron puertas a principios del siglo pasado.

«La ciudad mantiene la esencia. Es lo que hace que tenga esta capitalidad comercial y que no se tiene que perder porque es nuestro ADN. El rasgo identitario de Reus es el comercio», valora la presidenta de la Unió de Botiguers, que regenta uno de estos negocios centenarios: Tomàs Barberà, dedicada a la venta de juguetes y artículos de papelería. De hecho, esta es la última tienda que se ha sumado al ‘club’ de los centenarios, cumpliendo la efeméride el pasado septiembre.

Estos negocios, los de ‘toda la vida’, han visto cambiar la ciudad, y mientras otras tiendas abrían y, al cabo del tiempo, cerraban, estas se han mantenido en el tiempo. ¿La clave del éxito? Según cuentan: la especialización, el trato próximo al cliente y a la ciudad, y también la existencia de relevo generacional.

Es el caso de Colmado Baró, en la calle de les Galanes. Anna Baró, con 37 años, será la sucesora de esta tienda fundada entre 1917 y 1918. Admite que no entraba en sus planes iniciales, pero ahora ya no concibe su futuro trabajando en otro sitio. Tiene nuevos proyectos para el colmado, con la idea de apostar por ofrecer productos más sostenibles, aunque todavía lo está acabando de perfilar. Estudió Ciencias Ambientales y es a lo que quería dedicarse, «pero hace unos diez años, con la crisis económica, me encontré sin trabajo, y fue cuando me incorporé a la tienda. Hasta ese momento no me lo había planteado, pero dadas las circunstancias, lo hice y ahora no me planteo dedicarme a ninguna otra cosa», explica. Con su determinación, dará continuidad al negocio familiar iniciado por su bisabuelo. Aún cuenta con la ayuda de su padre, Josep Baró, pero están ya en un momento de impasse.

Para Anna, además de la importancia del relieve generacional, también juega un papel muy destacado en el hecho de seguir adelante con el negocio que el edificio sea de su propiedad, lo que les exime de hacer frente unos alquileres que, cada vez, son más desorbitados.

Así también lo señala Anna Amill, al frente de Amill Llenceria, en el número 11 de la calle Monterols desde 1914. En su caso, el local es también de propiedad, con lo que respira aliviada mientras recuerda las subidas de los precios de alquileres que se han vivido en los últimos años. Físicamente, la tienda se mantiene como la dejó su madre, Josefa Camps, la señora Pepita. «Fue ella quien hizo una actualización, pero, a la vez, manteniendo la esencia», relata. También fue ella quien «ligó una generación con la otra. Es decir, actualizó el negocio, poniéndose al día de las nuevas demandas.

Como recuerda Anna Amill, los orígenes de este comercio se remontan al siglo XIX, cuando su bisabuelo inició la actividad en la calle Major haciendo corsés, aunque no saben con exactitud en qué año. Posteriormente, se introdujeron las fajas, y fue Josefa Camps quien introdujo la lencería. «Actualizó y diversificó la oferta», recalca Anna, lo que ve crucial para que, a día de hoy, la tienda siga en plena actividad.

«Aportamos autenticidad», remarca Anna Amill, que también destaca la «profesionalidad» como una de las claves del éxito. «Somos más que tiendas. Formamos una red», dice por su lado Anna Baró, de Colmado Baró. Añade que «ofrecemos acompañamiento», como también señala Mar Capdevila, al frente de Ferreteria Vernís: «Ofrecemos nuestro servicio, el saber escuchar. Intentas ayudar al cliente, dar alternativas si no tienes aquello que buscan e incluso derivarlos a otros comercios. No somos competencia».

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