«Algún alumno decía que no se acordaba de nada»

Autoescuelas. De 27 alumnos a nueve en la clase teórica y la mitad de ordenadores para test. En las prácticas, mascarilla, gel, ventilación y limpieza a fondo del coche a cada hora

05 junio 2020 18:00 | Actualizado a 06 junio 2020 08:55
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Carles Oliver ha tenido que readaptar su autoescuela al signo de los tiempos. A ello le obligan los dos metros de separación que debe haber entre alumno y alumno durante las clases teóricas en el aula. De 27 asientos ha pasado a nueve. Los nueve ordenadores para hacer test se han quedado en cinco. «No queda otra opción. He tenido que reducir el aforo y les he dicho a mis alumnos que lo tengan en cuenta, que a lo mejor vienen a una clase y no pueden entrar», cuenta este reusense, profesor de autoescuela.

El sector ha vuelto a la actividad con mamparas y restricciones de asistencia en las salas y, por supuesto, un aumento de la higiene. «Limpiamos el teclado, la pantalla y el ratón después de cada uso del ordenador. A veces incluso el propio usuario lo limpia pero, si no, hay alguien que lo hace», comenta. Las limitaciones pueden ser un quebradero de cabeza para algunas autoescuelas, que quizás se vean obligadas a organizar más turnos de clases habilitando a más profesores. «Puede ser que acarree más gastos o que dediques a los tutores a hacer más clases teóricas y pierdas horas de la práctica», indica Oliver, responsable de la autoescuela CR-X.

Hasta una pantalla facial

Más complicado es el protocolo cuando se trata de las horas de conducción, también recuperadas esta semana a la espera de que en breve empiecen los primeros exámenes, en concreto el próximo día 10. En el habitáculo del coche, mantener la distancia entre profesor, como copiloto, y discípulo, al volante, es imposible, así que se antoja vital que ambos lleven la mascarilla siempre colocada. «Si el alumno no trae, se la proporcionamos. De momento, los guantes no son obligatorios, pero yo a veces he llevado una pantalla facial», cuenta Oliver.

Nuevamente, la higienización es indispensable. «Antes de empezar, limpiamos bien el coche, sobre todo aquellas partes que más se tocan, como el volante, el cinturón, el freno de mano, las manillas de las puertas… También dejamos unos minutos el vehículo abierto para que se ventile», explica el profesor, que suministra gel antes de comenzar la hora de práctica. Son gestos ya incorporados en estos primeros días como parte de esta nueva normalidad que ha llegado para quedarse.

Las ansias por volver a la rutina vencen a las molestias. «Veo que la gente está muy concienciada. No escucho quejas por la mascarilla ni por nada. Creo que es algo que empieza a estar muy asumido», cuenta. El propio sector esperaba el regreso como agua de mayo: «Lo hemos pasado mal y teníamos ganas de que empezara a haber movimiento».

Prisas por ir a examen

Hay muchas ansias de seguir con los proyectos de vida que quedaron truncados a mediados de marzo y que ahora se recuperarán, a veces a contrarreloj: «Hay gente que tiene prisa por sacarse el carnet porque el trabajo del verano depende de que lo tengan o no. Quieren ir rápido a examen, pero claro, no es tan fácil, porque sufrimos falta de examinadores».

La nueva normalidad también se percibe en el asfalto, una vez se arranca el motor. Se conduce más fácil porque la circulación, pese al aumento de la movilidad, continúa siendo más fluida que antes. «Se va mucho más cómodo pero quizás sea porque no hay colegios abiertos o a lo mejor es que la gente aún no se mueve tanto, pero no hay tantos coches en la carretera y eso facilita la conducción, sobre todo en el centro de las ciudades», cuenta Oliver.

Dos meses en el dique seco, con las autoescuelas padeciendo la parálisis –obligadas en una gran mayoría en la provincia a aplicar un ERTE– también han trastocado algunos planes de los siempre ilusionados aspirantes al permiso de conducción. El que cursa para examinarse del teórico lo ha tenido mejor: «Quien ha querido seguir formándose y estudiando lo ha podido hacer porque las autoescuelas han enviado vídeos y material para mantenerse activos, a través de contenidos, tutorías o de test».

Distinto ha sido volver a agarrar el volante después de dos meses. «En la práctica hemos notado que ha bajado el nivel, no tanto en aquellos que llevaban más horas pero sí en los que acababan de empezar. A esos les costará un poco ponerse al día y recuperar la destreza que tenían, pero no será ningún trauma», cuenta.

La sensación era extraña y el diálogo muy recurrente y hasta entrañable en estos primeros días de reinicio: «Al principio me decían: ‘No sé si me acordaré, creo que se me ha olvidado todo’. Luego entran en el coche y ya no extrañan nada y a la media hora lo vuelven a hacer tan bien como antes del parón. Esto es como ir en bicicleta, que nunca se olvida».

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