Arnau Barenys, el chef reusense que deleita a Colombia

Hace cuatro años que trabaja en el Matiz, uno de los restaurantes más elitistas de Bogotá. Planea abrir su negocio con una firma personal y una cocina de fusión

31 marzo 2019 13:59 | Actualizado a 31 marzo 2019 16:11
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Cantan los Vetusta Morla en su tema fetiche Copenhague aquello de «el valor para marcharse, el miedo a llegar». Ese sentimiento lo ha experimentado Arnau Barenys (Reus, 1982), un chef que ha alcanzado un status privilegiado en Bogotá (Colombia), donde reside y ejerce desde hace cuatro años después de una aventura formativa fascinante, impregnado en ese viaje de progreso constante que exige el mundo de la cocina. Arnau es un detallista, un tipo al que le seduce el riesgo y ese ánimo de cambio que necesitan los artistas. Lo suyo es la cocina fusión. Arte, al fin y al cabo.

L’Escola d’Hosteleria de Cambrils suele convertirse en una excelente cantera de cocineros con afán de aventura. Por allí también pasó Arnau, un reusense criado en Maspujols y al que los malabarismos entre fogones le atraparon rápido. Los primeros pinitos tienen nombres y apellidos; el Celler del Raïm y la Glorieta del Castell, en Reus. El Restaurant Set Portes de Barcelona le abrió las puertas del alto standing y además también le permitió iniciar un compromiso vital. Allí conoció a María del Pilar, una camarera con orígenes colombianos. Hoy es su pareja. El primer contacto con un Estrella Michelín se dio en prestigioso Via Veneto de Barcelona. El aprendizaje de Barenys incluía búsqueda constante y mente abierta. 

El asesoramiento en la apertura del Antull, en Reus, significó el paso previo a la primera huida en busca de nuevos retos. Destino Panamá, un lugar desconocido pero que presentaba todos los alicientes para abrir proyecto, de la mano de toda una eminencia como Ramon Freixa, doble estrella Michelín. 

El local, llamado Sal by Ramon Freixa, presumía de delicatesen relacionadas con la cocina Mediterránea. Para Arnau fue la guinda a un proceso formativo extraordinario. Se había codeado en las mejores cocinas y ya empezaba a disponer de una idea y de una personalidad propia como chef.

En Ciudad de Panamá, la capital, perfeccionó sus ideas y pensó en otro avión. Esta vez dirección Colombia. Bogotá, un inmensidad de ciudad con más de ocho millones de habitantes le abría los brazos. La experiencia contaba con un aliciente laboral, pero también otro sentimental. María del Pilar, su mujer, regresaba a la zona de confort.

En el barrio Acebedo Tejada, cerca de la Universidad Nacional, se ha instalado la familia Barenys desde hace cuatro años, aunque el puesto para llenar la inquietud laboral y pasional de Arnau se encuentra en la cocina del Restaurante Matiz, uno de los más prestigiosos no sólo de Bogotá, también del país. Por allí han pasado personajes estelares del mundo del famoseo, como David Bisbal, Carlos Vives o James Rodríguez, el exfutbolista del Real Madrid, con el que Barenys mantuvo un tira y afloja simpático. 

El reusense siente los colores del Barcelona y cuando atisbó la presencia del futbolista, en aquella ocasión todavía vistiendo la camiseta blanca, le comentó «me has hado muchos dolores de cabeza últimamente». James, simpático, le contestó. «¿No me digas que eres del Barça?». La réplica del chef fue clarísima, entre risas. «Hasta la médula, así que pórtate bien o no vas a comer». James había acudido a degustar los platos del Matiz con el dueño de una petrolera y algunos jugadores de la sub-21 de Colombia.

El Matiz está situado en la colonia Chicó, al norte de una ciudad en la que conviven estilos de vida antagónicos. La adaptación a las tradiciones en la alimentación colombiana han gastado parte del tiempo de Arnau. «Aquí por ejemplo, el arroz es como el pan para nosotros». Después de ese ciclo de consolidación en Colombia, Barenys ya ha pensado en darle otra vuelta de tuerca más a su trayectoria. Abrir un restaurante de firma propia es un proyecto real que puede cristalizar en los próximos meses.

Hasta el punto que el reusense ya ha encontrado el arropo de un socio capitalista dispuesto a invertir en el negocio y su mente ya cavila un posible nombre para el local. Arba, concretamente. Responde a sus propias iniciales. «Quiero hacer una cocina muy personal, de ahí ese título», admite. 

Una cocina basada en sus raíces mediterráneas y fusionada con todo lo aprendido en ese viaje fascinante que ha experimentado en estos años. El legado de Arnau Barenys en Bogotá no sólo va a quedar refrendado en unos fogones ajenos. Pronto, los tendrá propios.

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