Bibian y la chica sin zapatos

La reusense es musa en el Salón Erótico de Barcelona, al que siente como suyo. Cecilia se ha ganado la devoción de miles de fans fetichistas por la red, ya que no invierte en zapatos. La crónica de una jornada exótica y provocativa

19 mayo 2017 17:53 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:24
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Juan enloquece aposentado en la fila cero del escenario mientras suspira a voz en grito “los megas al carajo en cinco minutos”. Su celular vive un particular martirio. Un pequeño incendio a oscuras. Juan es un cincuentón fiel a la causa. Ha derrochado ediciones y desde las seis de la tarde se pasea por la Vall d’Hebrón, en la inmensa Barcelona, a los pies de la Serra de Collserola.

A pocos metros, Bibian Norai luce vestido rojo deslumbrante. Parece disfrazada para los Óscar, aunque para la reusense no existe fecha señalada más idílica que la primera semana de octubre. Nos encontramos en el Salón Erótico de Barcelona, no sé si se habían dado cuenta. En ese clima, Bibian es musa, mantiene el respeto infinito de los artistas y no pierde detalle. La directora artística del Salón mima cada instante. Huye del protagonismo, “mi etapa ya pasó”, aunque no escapa del deseo de sus fans. Recibe peticiones exhibicionistas cada segundo. No cede. Cuida la esencia del Salón como la joya más preciada de su caja fuerte.

Norai recibe a Marco Banderas con honores de rey. Banderas, uno de los star system del cartel, conquista el podio y arde en llamas el Palau. Un millón de flashes decoran los minutos de la actuación, de provocación incesante y numerosas posturas. Le observa con detenimiento Cecilia, una gallega que ha viajado a Barcelona para acompañar a su expareja. A simple vista, Cecilia no escapa de la normalidad. Rápido enseña la desnudez de sus pies, eso sí con las uñas decoradas al rojo vivo. Cecilia se ha transformado en deseo de un puñado de fans por la red. Es icono del fetichismo. Hace tiempo que ha dejado de invertir en calzado.

Y es que adentrarse en el clima del Salón Erótico obliga a destruir cualquier tipo de tabú. En él se acaban las prohibiciones y los prejuicios. Los artistas se mezclan entre el gentío con una naturalidad agradable. Reciben raudales de cariño y alguna proposición indecente. Jamás pierden la sonrisa. La argentina Karyn desliza brazos como cabezas. Su pasión por el culturismo no le impide ejercer en la esfera X. “¿Para cuándo una entrevista?”, suelta entre carcajadas. A su vera, en el stand de Canela, se dan consejos de sexología y soluciones para las parejas, por si alguien se encuentra en apuros sentimentales.

Nacho Vidal acapara atenciones morbosas a la hora de la cena. Emerge con traje blanco y una gorra repleta de disimulo. No evita los gritos de atención de la platea. Él suplica paciencia mientras observa a sus colegas de oficio a pleno bullicio. Vidal completa una jornada de vértigo en un mundo con aire exótico y apasionado. El mundo de Bibian.

 

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