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Desde hace meses era uno de los hombres más buscados no sólo del Baix Camp sino también de las comarcas limítrofes. El Juzgado de Instrucción número 3 de Reus había emitido una orden de busca y captura como sospechoso de haber asaltado diversas masías, algunas de las cuales posteriormente habría quemado.
Los Mossos, que le consideran un «delincuente muy activo y peligroso» a pesar de su corta edad –22 años–, le imputan ocho de estos asaltos.
El juez ordenó su ingreso en prisión, donde ya están sus tres hermanos, que también serían sospechosos de haber participado en algunos de dichos delitos.
Los Mossos d’Esquadra informaron ayer que detuvieron el pasado día 13 dos hombres en Reus, de 20 y 22 años, de nacionalidad española y vecinos de la localidad, como presuntos autores de un delito de resistencia y desobediencia a agentes de la autoridad.
Además, el mayor de los detenidos tenía pendiente una orden de búsqueda y detención judicial dictada por el Juzgado de Instrucción número 3 de Reus por dos robos con violencia, cuatro robos con fuerza, tres de incendio, cuatro robos y hurto de uso de vehículo, tres de daños, uno de amenazas y uno de maltrato animal.
La detención se produjo la tarde del 13 de agosto cuando una patrulla reconoció el vehículo de la persona que estaba en investigación. El fugitivo, al ver la presencia policial, huyó a pie con otro joven en dirección a la calle Astorga. Acto seguido, se montó un dispositivo policial que permitió localizarlos en la calle Moncayo, donde fueron detenidos después de desobedecer las órdenes de la Policía.
La imputación
A uno de los detenidos, el hombre de 22 años, se le atribuyen una serie de hechos delictivos ocurridos durante el mes de marzo de 2018 y por los que tenía pendiente una orden judicial de búsqueda y detención.
La mayoría de los delitos los habría cometido entre los días 2 y 4. En una casa habitada de la avenida de Riudoms –rodeada por una verja–, el dueño –de 25 años– salía del domicilio cuando se encontró a tres individuos –que iban con pasamontañas– que removían el porche.
Los ladrones huyeron hacía la T-11 con un reloj robado. Antes lanzaron botellas de cristal y diferentes objetos al inquilino, al que también rozaron con un spray de defensa.
En una masía del Camí del Roquis de Reus forzaron una puerta metálica y una reja de la ventana. Se llevaron la comida de la nevera, pero antes prendieron fuego. Las llamas calcinaron la primera planta de la casa.
También habría asaltado una masía con almacén situada en el Camí Vell de Riudoms, en la partida Blancafort. Los autores forzaron la cerradura y removieron todo el interior. Robaron comida y un pico con mango de madera, y arrancaron incluso el tractor.
En la misma zona entraron por la fuerza en una masía que dispone de verja perimetral.
El dueño despertó de madrugada y vio la puerta corredera de la finca abierta, así como la puerta de la nave y la cadena en el suelo. Comprobó que los coches estaban abiertos y revueltos. Le sustrajeron una furgoneta Renault Kangoo, que fue localizada posteriormente en una finca de La Selva del Camp.
En ésta el propietario vio que habían dejado libres a los perros e incluso alguno no estaba. Encontró la cámara frigorífica abierta y le sustrajeron una furgoneta Iveco.
En la misma La Selva del Camp forzaron una masía después de saltar la verja y también la puerta del habitáculo, sin sustraer nada. Con un hacha y un tractor causaron importantes daños en las puertas, sillas, un televisor, barbacoa, cortinas, etc. De los golpes el tractor dejó de funcionar.
En La Canonja
También habría actuado en La Canonja, concretamente en un inmueble situado en el Camí Vell de Reus. Se trata de una finca sin verja, con una vivienda de obra, a la que prendieron fuego con un hombre en su interior. Dicho inquilino incluso les tiró una catana, que habría recogido uno de los asaltantes y llevado a su casa.
En una finca de Constantí, el acusado, junto con otras tres personas –todos iban encapuchados–, obligaron al residente a abrir la casa bajo la amenaza de quemarla con él en el interior.
Los autores que llevaban la catana –previamente sustraída–, rociaron a la víctima con un spray de defensa y maltrataron a un perro, que se tuvo que sacrificar días después a causa de las lesiones producidas. Antes de marcharse sustrajeron un camión, con el que rompieron la puerta de la finca.
