«Cambié de escuela a mi hijo por ‘bullying’ y el nuevo centro está a 2 km de casa»

El hijo de Cristina tiene siete años y el curso pasado sufrió agresiones por niños de su clase en un colegio de Reus

01 octubre 2019 08:34 | Actualizado a 05 octubre 2019 09:31
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Cristina vive en Reus, es madre de un niño de 7 años y, desde el último curso, se encuentran en una situación difícil. «Primero, porque mi hijo padeció el año pasado bullying y, ahora, porque la plaza que le han otorgado es en una escuela que se encuentra a 30 minutos de casa», señala. Cristina explica que no hay transporte público que pueda dejar a su hijo delante del colegio y, ella –madre soltera–, lo tiene difícil para podérselo combinar con los horarios del trabajo, «únicamente puede ir mi madre, pero no puede andar una hora... A mi entender, todo el mundo tiene derecho de poder ir a una escuela que esté próxima a su casa», esgrime.

El niño siempre había ido a la misma escuela (cerca de su casa), «pero durante el primer trimestre del curso pasado (hacía primero de Primaria) empezó a tener comportamientos extraños», recuerda la madre. No quería ir al colegio o decía estar enfermo y, al llegar a casa, se encontraba bien. «Sospeché y, tras preguntarle qué pasaba, me explicó que había un grupo de siete niños de su clase que le estaban molestando a diario, en una horas y espacios del colegio muy específicos», narra Cristina. El niño narró que le insultaban, pegaban, marginaban... La madre se dirigió al colegio para explicar lo que sucedía «y que pusieran en marcha el protocolo necesario». «Me reuní con la tutora y me dijo que se emprenderían medidas», recuerda.

A finales de año, la madre se dirigió a Escolarización, donde expuso el caso a través de una carta y se empezó a estudiar el caso. 
Paralelamente, la situación en la escuela no mejoraba, «el bullying seguía y en enero llegó la gota que colmó el vaso». «Un día me llamaron de la escuela diciendo que unos niños le habían metido a mi hijo un palo de Chupa Chups por la nariz, haciéndole sangrar. Me dijeron, textualmente, que ‘había sido sin querer’», recuerda. Este hecho terminó con la paciencia de Cristina que opina que «la escuela no actuó. No puso en marcha ningún protocolo y mi hijo siguió padeciendo, durante meses, bullying». 

Una escuela a 30 minutos

Tras la última agresión con el palo de Chupa Chups, Cristina consiguió cambiar a su hijo de escuela y se dirigió a otro centro, ubicado en la carretera de Castellvell. «Está a 2 kilómetros de casa, pero en ese momento acepté las condiciones porque se trataba de una situación de urgencia. Además, estaba en el paro», explica.

La intención, no obstante, era poder trasladar el niño a algún centro cercano a su casa, por lo que, cuando llegaron las preinscripciones, solicitó plaza a tres escuelas de la zona. «No nos dieron plaza en ninguna de las opciones, por lo que reclamé, introduciendo una cuarta opción, pero nada. La plaza otorgada fue la misma: en la escuela que está a 2 km de casa. Además, ahora trabajo, lo que complica la situación», explica desesperada Cristina. La madre no tiró la toalla y, en septiembre, volvió a reclamar. Ahora, está a expensas de una respuesta «y espero que sea positiva», señala. Cristina reconoce que el Ayuntamiento se ha interesado por el caso, aunque, de momento, no ha obtenido su petición. 

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