Caótica llegada del Carnestoltes a Reus

El comienzo del Carnaval resultó de principio a fin de lo más impredecible y el pregón, que aludía en su mayoría a la ineficiencia de la capitalidad cultural, no se terminó de leer

19 mayo 2017 16:15 | Actualizado a 24 diciembre 2019 23:21
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Caos, confusión y desconcierto. Así reaccionó parte del tejido reusense al ver que el Rey Carnestoltes no acudía a su cita anual en la plaza de la Libertad ayer jueves por la noche. Aun así, ritmo y música no faltaron, pues al compás de las coreografías y tambores de los Batukats del Bolet, la ciudadanía llegó expectante hacia la plaza del Mercadal. «¡Nos ha dejado tirados!», anunció el equipo encargado desde el gran escenario. Parecía que el inicio del Carnaval se iniciaba sin rey. Los asistentes, cerca de unos 600, esperaron a que algo pasara al principio. Resultó difícil mantener a público entretenido; muchos se fueron y los más pequeños, aburridos, se adormilaron en sus cochecitos.

Y llegó el gran momento. A falta de rey se inició un proceso de cásting. La forma fue curiosa a la vez que sorprendente. De entre la masa de gente, los focos se centraron en un grupo de ‘turistas’ que habían llegado hasta la capital del Baix Camp a ver las cualidades de la ciudad. El guía del pequeño grupo resultó ser el elegido. «¡Sube hasta aquí, que nos hemos quedado sin nadie que nos represente!», vociferó el que hacía de presentador. Animado, proclamó al desconocido rey. A partir de aquí, le relató el listado de las festividades más características de la ciudad, entre las que destacaron el Festival COS y el Trapezi, entre muchas otras. Aparte de ridiculizarlos, también se realizaronrepresentaciones cómicas de estos.


Adiós a los caramelos
Las alusiones políticas tampoco faltaron. «A falta de la aprobación de presupuestos, este año los caramelos serán escasos. Sólo tenemos este saco», se dijo. Habrá que racionarlos. El momento del pregón de Su Majestad el Rey Carnestoltes se hizo de rogar, pues también se tuvo que elegir a la concubina. «Las candidatas, que tiren su ropa interior al escenario. La dueña de la prenda que elija el Rey será la concubina». Y así fue. Llegó la lectura del pregón, un tanto entorpecida, pues ‘no pudo’ leerse al completo. La Capitalitat de la Cultura fue carne de cañón, se subrayó la poca visibilidad de las entidades en su gala de estreno y de la posibilidad de que hubiera una reina del Carnaval. El disparo de un Antonio Tejero marcó el punto final.

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