Castillejos regresa a la actualidad

El viernes 21 de mayo de 2021 pasará a la historia como el día que ERC recuperó la presidencia de la Generalitat, 82 años después de que derrota de la República en la guerra civil abocase al exilio a Companys y su gobierno. Al mismo tiempo que el Parlament de Catalunya oficiaba la sesión de investidura de Pere Aragonès, el Ayuntamiento de Reus celebraba pleno ordinario, un día antes del décimo aniversario de la victoria electoral de CiU que dio la alcaldía a Carles Pellicer. De aquí a dos años, ERC intentará recuperar también la alcaldía reusense, que los republicanos tuvieron que ceder en las turbulentas semanas posteriores a la sublevación militar de 1936.

El pleno municipal comenzó con una abigarrada discusión sobre la necesidad de seguir celebrando telemáticamente las sesiones, tras la cual se trataron diversas propuestas de resolución referidas a los conflictos que afectan a Colombia, Palestina, Israel y Mutxamel –ciudad alicantina, cuyos gobernantes han decidido castigar la memoria de un eminente lingüista valenciano porque sus trabajos científicos no casan con las ideas del PP, Cs y Vox–.

Puestos a dedicar tiempo y retórica a los problemas que sacuden el orbe, me llamó la atención que ningún grupo sacase a colación los sucesos de Ceuta. Cabe recordar que desde hace siglo y medio un estrecho vinculo –cuyo testimonio se expone a pocos metros del salón de plenos del ayuntamiento– une Reus con la zona cero del incidente.

La espada de Castillejos

Me refiero a la villa marroquí de Fnideq, llamada Castillejos en los tiempos del protectorado colonial español. Fnideq o Castillejos es el municipio que linda por el sur con la frontera ceutí y del que parte la carretera que lleva hasta las vallas fronterizas, el espigón y la playa de Tarajal. De allí y de las localidades vecinas son la mayoría de emigrantes que protagonizaron el éxodo masivo que desató la crisis con Marruecos.

Castillejos se encuentra en la ruina económica desde el abrupto final del contrabando de mercancías con Ceuta, que constituía la principal fuente de ingresos en la zona y daba trabajo a miles de personas.

Volviendo al consistorio reusense, allí se exhibe la espada que el general Prim blandió en su legendaria carga contra las filas enemigas durante la batalla de Castillejos. Este episodio bélico, ampliamente difundido –y posiblemente exagerado– por las crónicas de la época, otorgó a Prim el estatus de héroe popular que impulsó su carrera política posterior, además de valerle el título de Marqués de Castillejos.

Durante su regreso triunfal de la guerra de África en 1860, fue recibido en Reus y donó el sable a su ciudad natal. Las palabras que dirigió a la multitud que le aclamaba, leídas con ojos del presente, resultan cuando menos provocadoras: «Acabo de entregar a vuestro Ayuntamiento la espada que vibró en Castillejos, Tetuán y Wad-ras. Todavía está teñida de sangre mora...»; «...la patria será el lazo que nos unirá eternamente para adquirir su mayor prosperidad, y estad seguros que siempre que ella de mi necesite no faltaré nunca a consagrarle la vida, como así debe hacerlo aquel que se precie de ser un buen catalán».

A más de uno puede sorprenderle que, en los tiempos que corren, dicho discurso siga presidiendo una de las salas nobles del palacio municipal. Sin duda, Prim es mucho Prim.

Agustina Saragossa

Existe otro antiguo vínculo, en este caso equívoco, que une Reus con Ceuta. En la ciudad norteafricana falleció en 1857 Agustina Saragossa Domènech, más conocida como Agustina de Aragón. Nacida en Barcelona en 1786 –su bautismo está registrado en Santa Maria del Mar–, desde el siglo XIX y hasta hoy, muchas biografías citan que nació en Reus.

Desconozco de dónde parte esta teoría o qué relación pudo tener Agustina Saragossa con Reus, ya que su padre y su madre eran de Fulleda, en la comarca leridana de Les Garrigues, y resulta descabellado pensar que una recién nacida viniese al mundo en Reus y fuese bautizada dos días después en Barcelona, con las condiciones sanitarias y los medios de transporte de la época.

De hecho, ningún historiador ni institución reusense ha reivindicado nunca su figura, porque no existe ningún dato o indicio que avale este supuesto origen, más allá que se repita en numerosas biografías de la heroína de la guerra de la Independencia. En 1870, sus restos fueron trasladados de Ceuta a Zaragoza, donde tuvieron la ocurrencia de cambiarle el apellido paterno y rebautizarla como Agustina Zaragoza.