Cruset, el alcalde que «nunca duerme»

En los últimos años ha sido vicepresidente de la Diputación de Tarragona y presidente de su partido en el Camp de Tarragona. Dos labores añadidas a su extenso catálogo de ocupaciones y que no le han desviado de su principal objetivo: Riudoms. 

31 octubre 2018 11:27 | Actualizado a 31 octubre 2018 11:32
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Paseando por Riudoms es imposible encontrarse con alguien que no conozca a su alcalde. Josep María Cruset ha demostrado, en los 11 años que lleva dirigiendo el consistorio, que sabe sacrificarse por su trabajo. O más bién deberíamos hablar de pasión...

Y es que Cruset es uno de esos alcaldes que está en todas partes. En los últimos años ha sido vicepresidente de la Diputación de Tarragona y presidente de su partido en el Camp de Tarragona. Dos labores añadidas a su extenso catálogo de ocupaciones y que no le han desviado de su principal objetivo: Riudoms. 

Cruset nació el 19 de marzo de 1975. Es el único hijo de Juanita y de Josep María. Estudió en la escuela Beat Bonaventura Gran, la única del pueblo en la época. Cursó ingeniería química en la URV y ahora forma parte del consejo asesor de la escuela técnica superior. Cuentan los que le conocen que, desde joven, ha sido un chico activo. Estuvo en el esplai del Casal Riudomenc, y jugó de pívot a balonmano en el C.E. Riudoms. 

Sus vínculos con varias entidades y actividades del municipio, como los pastorets, le han servido para conocer Riudoms palmo a palmo. La gente mayor del municipio lo aprecia y no es exagerado decir que muchos lo ven como el yerno perfecto. 

Cruset nació en una familia convergente y entró en política en el año 2003 como regidor, cuando Josep María Vallès era alcalde de Riudoms. Fue el escogido para sustituirle en 2007. Cogió las riendas del partido y también del Ayuntamiento. Desde entonces ha sumado tres mayorías absolutas en el consistorio, dejando en un plano prácticamente residual al resto de fuerzas políticas. 

Los vecinos del pueblo lo definen como un alcalde que sabe escuchar, aunque luego pueda tomar decisiones que no gustan todo lo que uno quisiera. Pisa las calles y se mueve por donde se debe de mover. 

El fruto de sus mandatos es el posicionamiento de Riudoms en el territorio, a nivel económico, cultural y social. 

Sus detractores le respetan, aunque confiesan abiertamente que peca de orgulloso. 

Hace meses que en Riudoms se da por sentado que Cruset no repetirá como alcalde. Y hace meses que se sospecha que Sergi Pedret será su delfín.

Algunos vecinos del municipio consideran que está capacitado para torear en plazas más grandes, y el Port de Tarragona es un reto considerable, incluso para un joven preparado y trabajador como Cruset. Los que han estado a su lado aseguran que «nunca duerme», aludiendo a su capacidad para sacar horas al día donde parece que no pueda haberlas. 

En los últimos días Cruset ha inaugurado el nuevo Espai Jove de Riudoms, pero uno de sus últimos actos ha sido acompañar a 200 vecinos del municipio a la Sagrada Familia y al Parlament. Buena muestra que está donde haga falta. 

Por contra, quizás uno de los peores momentos de su carrera como alcalde lo vivió hace pocos meses, cuando dos ciclistas muy conocidos en Riudoms perecieron en la carretera, arrollados por un conductor drogado. Ese día lloró. Y lloró de forma sincera. 

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