Cuando Reus no duerme

Accidentes, controles de alcoholemia y de seguridad ciudadana, atención a indigentes, vigilancia de las zonas de ocio nocturno... La actividad no cesa en el turno de noche de la Guàrdia Urbana

19 mayo 2017 23:16 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:34
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Viernes 13 de marzo. Son las nueve y media de la noche y la actividad es frenética en la comisaría de la Guàrdia Urbana de Reus. Toca cambio de turno y los sargentos de tarde y de noche se transmiten las novedades antes del breafing previo, donde uno de los dos sargentos de guardia repartirá el trabajo a la docena de agentes que están preparados para distribuirse por la ciudad.

Sin saber lo que después deparará la noche, todos los efectivos de la Guàrdia Urbana del turno nocturno empezarán a trabajar con sus labores bien asignadas. El coche de atestados tendrá que estar listo a las 23 horas en la rotonda de la avenida de Salou con la calle Flix, donde la UEIR montará un control de seguridad ciudadana y alcoholemia. Otra patrulla deberá estar atenta al control de cierre de los bares del centro y evitar la aglomeración de clientes en las puertas, y así sucesivamente en todas las patrullas. Después de recoger todo el material necesario (linternas, carpetas de denuncias, etc.), los guardias urbanos se lanzan a la calle.

No han pasado ni diez minutos del inicio del turno y se produce un primer aviso de un accidente de coche en la calle Agricultura. Dos agentes de paisano, encargados de detectar a propietarios de perros que no recogen sus excrementos, se encuentra casualmente con el accidente y da el aviso. En pocos minutos, un coche patrulla de la Guàrdia Urbana y el de atestados llegan hasta el lugar, donde también está una ambulancia del SEM. Un coche, conducido por un joven, se ha saltado un ceda el paso y ha impactado contra otro turismo donde viajaba una pareja. El primer conductor ha resultado herido y es trasladado al Hospital Sant Joan.

Mientras se acaba de hacer el atestado del accidente, por la emisora alertan que un coche está circulando de forma temeraria por el barrio Montserrat. La patrulla que acompaña el Diari se traslada hasta la zona, sin poder dar con el coche azul que estaba poniendo en peligro la tranquilidad del barrio.

Ya han dado las once en punto de la noche y la Unitat Especial d’Intervenció de Reus (UEIR) ya tiene montado un control en la rotonda de la avenida de Salou con la calle Flix. Mientras llega el coche de atestados realizan algún control de seguridad ciudadana, cacheando a un par de jóvenes. Después llega el turno del alcoholímetro. Caprichos del azar, el primer conductor al que le hacen soplar da positivo (0,56). «Por muy poco no le podemos imputar un delito», explica el sargento Pallarès, quien recuerda que «entre 0,25 y 0,60 es falta administrativo, pero a partir de 0,60 ya va por vía penal».

En un control como éste la intuición de los agentes de la UEIR es clave para parar a unos vehículos determinados. «Primero se hace una especie de embudo y filtraje, donde los agentes miran. Según lo que ven o su experiencia, avisan para que el coche sea parado más adelante», añade el sargento Pallarès.

Se acerca la media noche y el frío empieza a calar. La emisora vuelve a sonar y advierte que en un cajero automático de la calle General Moragues está durmiendo un indigente. Se trata de un hombre que hace unos cuatro años que deambula por la ciudad sin un domicilio fijo, pero que nunca ha solicitado la ayuda de los Servicios Sociales. Después de unos diez minutos hablando con él, el hombre es acompañado por una patrulla a la Pensión Suissa, donde podrá dormir todo el fin de semana. «Cuando nos encontramos con casos así, activamos el protocolo y la persona es derivada a una de las pensiones que tenemos concertadas de la ciudad. Lo importante es quitarlo de la calle, aunque sea un par de noches. Después ya serán los Servicios Sociales los que contactarán con él lunes», explica Pallarès.

 

La prostitución

La presencia de prostitutas en la avenida de Salou son todo un clásico de las noches de Reus, aunque para nada ya es lo que antes era. Aunque todavía pueden verse algunas mujeres ejerciendo la prostitución, su presencia es bastante residual gracias a la labor de la Guàrdia Urbana. Pasa media hora de la media noche y una prostituta, conocida por la policía local de Reus, espera a algún cliente cerca de la plaza del Canal. Después de hablar con ella y constatar con central que no tiene nada pendiente, la invitan a marchar. «Posiblemente vuelva a ponerse, pero nuestra presencia es disuasoria también para los clientes», asegura el sargento Pallarès.

Con la noche bien entrada, llega el momento de darse una vuelta por el Tecnoparc, ya que la tranquilidad de los polígonos -al quedar apartados del núcleo urbano- a veces es aprovechada por algunos delincuentes para dar el palo. No es el caso y la ronda se completa sin incidentes.

Son las tres de la mañana, y con una noche excepcionalmente tranquila para ser viernes, el Diari se retira y deja que los agentes de la Guàrdia Urbana sigan patrullando mientras la ciudad duerme.

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