De las pintadas en la calle a las creaciones por encargo

Desde los años 70 se han formado en Reus más de 300 ´escritores de grafitis´ y ahora las nuevas generaciones y los veteranos viven de distintas formas un modus vivendi que se basa en crear

19 mayo 2017 22:06 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:25
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Son ‘escritores de grafitis’ y no grafiteros. No les gustan las etiquetas y a simple vista parece que lo tienen todo muy claro pero cada uno de ellos vive el movimiento de coger un aerosol de distinta forma. Eso sí, comparten su origen: todos han empezado pintando en la calle. Y su finalidad: la creación.

El movimiento grafitero dio un vuelco, no solamente en Reus sino en todas partes, alrededor del año 2000. A partir de aquí, «el grafiti pasó de ser muy sectario a abrirse a la sociedad», cuenta uno de los escritores de grafiti más veteranos de la ciudad, conocido como Foham Fonezs.

Los primeros que se formaron en Reus se sitúan en los años 70 y hasta día de hoy habrán pasado por la ciudad más de 300 artistas urbanos, cuenta Gasicpainter, otro de los escritores de grafitis que lleva 17 años creando en las paredes de toda la provincia de Tarragona. A raíz de esta variedad de artistas de la calle, en otras ciudades existen fuertes rivalidades pero en Reus existe un pacto tácito entre la comunidad grafitera que hace que se respeten y se aplaudan entre ellos a pesar de que sus inquietudes o su forma de vivir el grafiti se sitúe a años luz.

En Reus existen los que prefieren desarrollar sus ideas en trenes y fábricas abandonadas y acto seguido coger la lata y correr a toda velocidad, «donde demuestras tu rapidez, destreza o valentía», cuenta Foham Fonezs o los que escogen paredes legales para hacerlo, y allí «puedes demostrar toda tu artillería con mucho más tiempo», puntualiza.

Pero sea cual sea el escenario eso es el verdadero grafiti, cuentan. «Tiene unos códigos», añade el artista conocido con el nick, L’engañ dement, uno de los jóvenes del grupo que con tan sólo 21 años tiene muy claro que cada uno de ellos se expresa de forma diferente con estilos distintos: desde personajes, letras elaboradas o firmas.

 

‘Los encargos no son grafitis’

Para que uno se sumerja en el movimiento grafitero tiene que hacer un esfuerzo de matizar los conceptos y por encima de todo no generalizar. Para los profanos, puede que la apertura del grafiti a la sociedad sea su comercialización. Cada vez hay más establecimientos que encargan a estos artistas pintar sus persianas, paredes de locales de ocio nocturno, o la última moda, pintar habitaciones infantiles.

El propio Ayuntamiento de Reus ha encargado decorar las paredes de Mercat delCarrilet o algunas del centro de Reus donde podemos ver los elementos del Seguici Festiu pintados con el spray de los escritores de grafiti. Incluso, comunidades de vecinos han optado por pintar puertas de párking como antídoto a aquellos que se dedican a hacer firmas en puertas de propiedades privadas. Pero todo esto, señores, «no es grafiti», cuenta Foham Fonezs.

Se han elaborado con la técnica del grafiti, eso sí, les da de comer porque muchos se dedican a la imagen decorativa y al diseño gráfico pero se aleja demasiado de la filosofía de vida del movimiento para considerarlo grafiti. «De alguna forma eso es prostituirse», comenta L’engañ dement.

De hecho, en el otro extremo de los encargos y de la cesión de una veintena de espacios por parte del Ayuntamiento para que los artistas plasmen sus creaciones, –como la avenida del Comerç, Jocs Olímpics, de Constantí, entre otros– se encuentran aquellos que quieren mantener su anonimato y que el grafiti es su forma de vida. «Te enganchas a este tipo de creación que te proporciona adrenalina», cuenta al Diari un chico de 30 años que no quiere desvelar su identidad. Pinta en cualquier parte, donde le apetece, y el grafiti se ha convertido en una especie de escuela de vida. Una muestra más que esta expresión tiene muchas variantes.

 

La otra cara de las pintadas

Cabe recordar que la Ordenanza de Civismo del Ayuntamiento de Reus deja bien claro que se permite hacer murales artísticos en un bien privado con la autorización de la propiedad y, en todo caso, con la autorización expresa del Ayuntamiento.

Pero prohíbe cualquier tipo de grafiti, pintada, mancha, escrito, inscripción o grafismo que se haga con tinta o pintura sobre una fachada, cubiertas de edificios públicos o privados, cristales, escaparates o elementos del espacio público, transporte público o equipamientos deportivos entre otros. El incumplimiento total o parcial de las obligaciones o prohibiciones establecidas en esta ordenanza se considera una infracción administrativa y las multas leves pueden acarrear una sanción económica de hasta 750 euros; las graves, de hasta 1.500, y las muy graves, de hasta 3.000 euros.

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