Doctor Prats, Zaz y aprender a relativizar las cosas

Reus Refugi y el CCAR ponen en contacto voluntarios y personas refugiadas para hacer tareas de acompañamiento y actividades conjuntas

26 agosto 2019 08:37 | Actualizado a 26 agosto 2019 08:47
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Sthepane llegó a Reus el 15 de junio del 2018. Se acuerda perfectamente. Venía de Barcelona después de un largo viaje desde Camerún, su país de origen. Aquí, parecía que, al fin, podría empezar de nuevo. Irene, médica reusense de 26 años, conoció a Sthepane hace seis meses, gracias al proyecto de Reus Refugi y la Comissió Catalana d’Ajuda al Refugiat (CCAR) que pone en contacto a voluntarios con personas refugiadas para juntarlos como pareja lingüística. Desde entonces quedan un par de veces a la semana para, simplemente, hablar de la vida. 
«He aprendido a relativizar mucho las cosas. Él siempre me dice que nos preocupamos por asuntos muy banales y tiene toda la razón», explica Irene bajo la sonriente mirada de Sthepane. A él le gusta hablar de cómo ve el mundo y la sociedad. De hecho, la política catalana y el independentismo es un tema que le llamó la atención. «Quería saber qué eran esos lazos amarillos y todas las banderas que cuelgan del balcón», explica el camerunés. 

Desde que se han conocido, Irene ha mejorado un poco el francés y a Sthepan le basta y le sobra con un  nivel de castellano que ya nos gustaría a nosotros tenerlo en inglés. Aunque al principio costó, pues Sthepane es una persona que va con pies de plomo antes de llamar amigo a alguien, entre ellos se ha forjado una complicidad y confianza de envidiar. «Es un chico con las ideas muy claras, muy sincero y fiel a sus principios», explica Irene. «Ella es buena persona, y eso lo engloba todo», resume Sthepane. 

Els Xiquets de Reus

En sus conversaciones por whatsapp no faltan las recomendaciones musicales. Un intercambio de conocimientos que pone a Doctor Prats y Zaz en la lista de gustos compartidos. Además, la hermana de Sthepane le mandó a Irene un vestido típico del Camerún. Cuando Irene explica las inquietudes que le llevaron a ofrecerse como pareja lingüística  resume que «me llamaban la atención las formas de intercambio, de integración y de conocimiento». 

Aprovechando que era la Festa Major de Reus, llevó a Sthepane a verla. A él le gustó, más sorprendido por los ritmos musicales que por el Seguici Festiu al camerunés le llamó la atención los castells. La cap de colla dels Xiquets de Reus le animó a apuntarse y él encontró entre las camisas avellana un grupo de amigos y una afición motivadora. Ahora, está lesionado del hombro y ha tenido que irse a vivir a Tarragona porque no encuentra un habitación compartida en Reus y estudia un curso de organización de empresas. «Le iba genial estar en els Xiquets, se abrió muchísimo con la gente», explica Irene. 

El racismo

Reus Refugi inició su andadura en 2016 ante la problemática de las personas refugiadas. En 2018, Reus, abrió el Centro de Acollida de Refugiats de Santa Teresa de la mano del CCAR, por donde ya han pasado 126 personas que vinieron a la ciudad en busca de asilo. 
Una de las principales tareas en las que incidir para la integración de una persona refugiada es que hable bien el idioma. Esto es esencial para que se abran más puertas y poder buscarse un futuro en el país. Con el idioma dominado, después pasan a cursar formaciones laborales y, por último, buscan un trabajo y hogar. 

Para hacer este largo proceso más fácil, el CCAR cuenta con la entidad Reus Refugi, con quien tiene un estrecho vínculo. Empezaron a formar parejas lingüísticas y juntaron a personas como Irene y Sthepane, un ejemplo de lo que hay que aportar a los refugiados, de lo que necesitan cuando llegan aquí: una llave de entrada a la sociedad.  

«Pensaba que la gente de aquí no me aceptaría. Hace unos meses nunca me hubiera imaginado estando así, tomando algo en un bar», confiesa Sthepane. «Poco a poco se ha abierto más y acepta más planes que le propongo», dice Irene. 
Sthepane, de 26 años, ha vivido varios episodios de racismo en todo su trayecto en búsqueda de una opción de futuro para él y su familia, que está en Camerún. Esto le hizo ir con pies de plomo a la hora de relacionarse con la gente. «Si no te conozco, no sé si me vas a tratar bien o mal. He pasado por muchos episodios duros y prefiero conocer mucho a alguien antes de confiar», explica. Es un chico tranquilo, de los que prefiere tener pocos amigos y buenos, «no necesito más». Asume que él mismo, al principio, pensaba que todo el mundo le juzgaría. «Siempre que no me gusta alguien, se lo digo a Irene», se sincera.

Preguntado por sus próximos pasos, contesta que «primero tengo que tener la cabeza a sitio. Estoy mejor, más centrado y tranquilo. Quiero ir poco a poco. Después del curso, voy a sacarme el carnet de conducir». Quiere volver a Reus, donde tiene su entorno social. «¿No conocerás a alguien que busque compañero de piso?», preguntan ambos.

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