El Cachirulo, entre la resaca y las ganas de cobrar el ‘Gordo’

Decenas de personas se acercaron ayer al centro aragonés para tramitar el premio

24 diciembre 2019 10:10 | Actualizado a 07 enero 2020 09:22
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Eran las cinco de la tarde y decenas de personas se congregaban enfrente del centro El Cachirulo. Después de la resaca de ‘el Gordo’ llagaban las dudas. Tantas, que incluso algún ganador se había presentado al número 17 de la calle Ample por la mañana encontrándose con la entidad cerrada. «No hay resaca, solo nervios», explicaban Jose Gil y Tomás Redondo, dos amigos del centro aragonés que vinieron de Codos y Teruel (respectivamente) a Reus en los años ochenta. Ellos dos, son algunos de los centenares de afortunados que compraron la colaboración con el número ganador 26.590 de la Lotería de Navidad.

«Aunque suene raro, lo resumiría con un: quien la sigue la consigue», valoraba José Allueva, presidente de la entidad. Procedente de Monreal (Teruel) llegó a Barcelona el 1982 por trabajo y se quedó por amor «como tantos otros», confesó. Hoy Reus es su casa y se encuentra gestionando el premio más grande que ha caído en Camp de Tarragona. «Después de 45 años impulsando estas colaboraciones como forma de recaudar fondos para la entidad, va y toca el Gordo», apreció el presidente, ya más consciente de la magnitud de los hechos. «Trabajamos mucho para mantener el centro abierto y hay miembros que se han pateado la ciudad de arriba a abajo para vender la totalidad de 3.200 papeletas», añadió orgulloso Allueva, que confesaba «¡este año casi me quedo sin!». Porque el premio de raíces aragonesas se ha expandido por todo Reus: el Mercado Central, trabajadores del Hospital Sant Joan, padres, madres y profesores de la escuela el Pare Manyanet y del colegio Mare Moles celebraban ayer su fortuna.

«¿Y ahora qué?», se preguntaban las personas que iban llegando al Cachirulo, primero en masa, luego a cuenta gotas, pero sin parar. Allueva respondía los pasos que hoy ya se pueden leer indicados en un cartel colgado en la puerta del centro: ir a una sede de IberCaja (un banco aragonés) y entregar las participaciones. Después de eso, esperar para cobrar a partir del viernes 27 «si todo sale bien». Muletilla que causó alarma entre alguno y que Allueva tubo que rectificar: «me refiero al 27 como pronto, pido tranquilidad. Recordad, ¿cómo estábais el sábado pasado?». Pocas risas causó la broma entre tantas incógnitas, porque la Lotería nunca había repartido tanto dinero en esta ciudad. «Yo hasta que no lo tenga, seguiré igual de normal. Una vez me ingresen el dinero, para la familia y las deudas», retomó Jose Gil. En este sentido, Allueva advirtió, consciente del cariz social y familiar de este tipo de premios, «mejor dar el boleto a tu hermano, hijo o pareja y que lo cobre individualmente. Si haces tu la transferencia, deberás volver a pagar».

Un ascensor para el centro

El centro aragonés El Cachirulo se vio obligado a subir la tarifa anual a los pocos menos de 200 miembros actuales. Pagan 75 euros anuales para formar parte de la entidad que tiene como objetivo conservar las raíces de Aragón, una comunidad que siempre ha gozado de una gran presencia en la capital de Baix Camp pero que, ahora, ha frenado su llegada.

El Cachirulo es como una segunda casa. Allí hay una biblioteca, un salón bar y varias habitaciones adaptadas para realizar actividades: guitarra, bailar o cantar jotas, ganchillo e incluso yoga. Si bien, en su totalidad no es más que un espacio dónde recuperar y continuar con las costumbres aragonesas. «Vamos a hacer una buena fiesta, eso está claro», señaló el presidente. El Cachirulo, como entidad, se ha quedado con unas cuantas participaciones que le abren las puertas de un lado a la estabilidad económica y de otro temporal. «Alguno nos ha pedido un ascensor para el centro, la media de edad es elevada y no iría mal», valoraba Allueva. Sea como fuera, «todavía es pronto, lo decidiremos entre todos».

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