«El corazón de Reus tiene que seguir latiendo»

Los conciertos, los vermuts y las conversaciones de balcones entre los reusenses muestran la cara más amable de esta cuarentena

01 abril 2020 06:30 | Actualizado a 03 abril 2020 11:44
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Transformar el silencio en alegría. Dar un respiro, una pausa, un rayo de luz a la situación a la que nos ha abocado la crisis del nuevo coronavirus, que ya no es solo sanitaria, sino, al menos, también económica. Con ese objetivo, e incluso de forma natural y desintencionada, los balcones de Reus son el nuevo refugio social con vecinos que se han agarrado a la música y a la amabilidad para animar una cuarentena que ha dejado las calles vacías.

Los primeros días, la plaza Mercadal dejaba una sensación fría con aplausos tímidos en los balcones. Por eso Abel Roig se acercó al local social a recoger el altavoz. Después del ya habitual homenaje a los sanitarios enchufó la música a todo volumen, y en la plaza comenzó a sonar Eufòria, del cantante Joan Dausà. Le siguieron un par de canciones más y decenas de vecinos que se quedaron en el balcón con una sonrisa de oreja a oreja. «En vistas del éxito empecé a tirar del hilo para crear un grupo de WhatsApp con los vecinos, que decoraron los balcones con luces y ahora me mandan peticiones de las otras canciones para nuestro particular concierto vespertino», comenta Abel.

«Parece mentira que tenga que ocurrir algo así para conocernos», reconoce, porque ahora el vínculo entre los habitantes del epicentro de la ciudad se ha fortificado hasta el punto de que Ona, una niña de ocho años, ha pasado a practicar con el fagot en su estancia, a hacerlo con las ventanas abiertas para todos los vecinos de la plaza del Mercadal. Como un reloj, cada día a las doce de la mañana, esta joven toca un par de piezas con su instrumento. Incluso en algunas ocasiones, el alcalde de Reus sale a escuchar el concierto desde el balcón del Ayuntamiento. La magia es tal que, a pocos metros de distancia, y también sin salir de casa, Pere, un joven de 15 años, se une al espectáculo vistiéndose con las cabezas de elementos del Seguici Festiu de Reus que tiene en casa. «Entre los vecinos no nos conocíamos, pero ahora se ha establecido una conexión muy bonita», explica Mónica, su madre.

Esta conexión ha llegado a casa de Helena Barberà y Jordi Sotorra. Su hijo Jordi, de tan solo 17 meses, está totalmente ilusionado con estos dos actos diarios de la Mercadal. «A las 19:50, cuando ve las luces de colores ya mira por el balcón impaciente y se pone muy contento», aseguran los padres, que añaden que también a las doce espera el concierto de Ona. «Nos señala la chaqueta porque sabe que se la tiene que poner para salir», dicen.

Los vecinos están todos de acuerdo con que «esos quince minutos que rompen el bucle», tal y como define Mónica, que añade que «cuando se acabe esto bajaremos a la plaza y haremos una fiesta general y al fin nos veremos las caras». Todos confiesan haber tenido charlas de balcón a balcón sin necesidad alguna de levantar la voz: «El corazón de la ciudad debe seguir latiendo y queremos que este momento de desconexión se expanda por todo Reus», añade la reusense.

Del balcón a todo el mundo

La calle Carles Riba es la envidia de toda la ciudad desde que el primer lunes de confinamiento, Javi Ciru decidió sacar su mesa de sonido, altavoces y equipo de luz para montar en su terraza todo un disco-show.

«Cada día a las 20 horas voy a trabajar. Me lo tomo como algo muy serio, porque no solo me permite seguir con mi profesión, sino que ayudo a mucha gente a sonreír», explica el músico, a quien muchos vecinos le han escrito confesándole que sus sesiones musicales les sirven de terapia.

Este showman polifacético, que tanto te pincha una sesión ochentera como te canta o te toca el keytar (piano-guitarra) lleva ya 19 actuaciones con las que ha superado todas sus expectativas. Él grava las sesiones y las reproduce en directo por Facebook e Instagram, y cada día hay millares de personas conectadas desde su casa e incluso algunos vídeos han llegado a alcanzar 13.000 reproducciones. «El 10% de mi público son mis vecinos, los otros, gente que se conecta desde casa», confiesa el DJ, sorprendido de haber recibido mensajes de agradecimiento de personas de todas las partes del mundo.

«Me están saludando vecinos diciéndome que tienen ganas de verme en al parking para agradecerme personalmente lo que hago. Yo tengo muchas ganas de que pase todo esto para abrazarles a todos. Se está creando un vínculo muy fuerte –explica orgulloso el músico–. Hace tres días fui al súper del barrio y una señora me dio las gracias y me dijo que toda la familia me sigue, esto reconforta mucho». Sus vídeos se han hecho vírales gracias a vecinos que los han mandado a amigos y así, hasta cruzar fronteras.

A pesar de todo, quizás el Covid-19 servirá para empezar nuevas relacionas más cordiales.

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