El gobierno de Reus acierta cuando rectifica

Mercat del Carrilet. El retraso en la decisión de aplazar el cierre y el error en la estrategia de control de daños conceden un botín a la oposición

31 enero 2021 10:50 | Actualizado a 07 marzo 2021 11:23
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Temas:

En su época de jefe de la oposición tras la victoria socialista de 1982, el que fuera presidente-fundador del PP, Manuel Fraga, le espetó a Felipe González una de sus célebres sentencias: «El Gobierno sólo acierta cuando rectifica». La frase es aplicable a lo sucedido esta semana en el Ayuntamiento de Reus, aunque para ser justa le sobra el adverbio, al menos en mi opinión.

El alcalde Pellicer y la vicealcaldesa Llauradó han adoptado una decisión sensata al rectificar sobre el cierre del Mercat del Carrilet, pese a que la lentitud de reflejos ante la evolución de los acontecimientos ha pasado factura al equipo de gobierno. Y la oposición municipal se la ha cobrado.

La lucha por la supervivencia de un puñado de paradistas ha logrado doblegar a la implacable maquinaria de un ayuntamiento. La recompensa a su empeño son tres años más de vida para sus negocios, un tesoro en los tiempos que corren. Es tentador hablar de vencedores y vencidos, pero la partida no ha terminado ni creo que la cuestión de fondo pueda plantearse en esos términos.

Las conclusiones habituales en estos casos apuntan a hacer las cosas bien desde un principio, pero es evidente que las circunstancias en que se produce la rectificación sobre el Mercat del Carrilet eran imprevisibles cuando se apostó por el cierre. Quizá por ello, lo más llamativo ahora no sea la decisión inicial, sino la gestión de la marcha atrás.

El cambio de criterio

¿Porqué el equipo de gobierno recula cinco días después de rechazar en el pleno municipal una consulta ciudadana sobre el tema y no dar indicio alguno de un inminente cambio de criterio sobre la clausura del mercado?

Según fuentes conocedoras de la cocina interna del Ayuntamiento, la propuesta de aplazar la deadline partió del grupo municipal de ERC, donde la reflexión estaba sobre la mesa desde el pasado mes de diciembre ante la certeza de que la pandemia y su impacto socioeconómico iban para largo. En semejante contexto, que el consistorio forzase el cierre de una quincena de comercios resultaba cada vez menos sostenible políticamente. Y cabe recordar que los republicanos detentan las tres concejalías directamente implicadas en la gestión del mercado y el proyecto de futuro para el área: Empresa i Ocupació, Urbanisme y Participació.

Cuando la vicealcaldesa Noemí Llauradó trasladó a los socios de gobierno la necesidad de replantear el cierre, el debate fue intenso porque también se había empezado a estudiar el derribo inmediato después de la clausura para convertir el solar en plaza.

El veredicto final quedó en manos del alcalde, que accedió al aplazamiento pese a su férrea defensa de la postura contraria en los meses anteriores. Carles Pellicer también asumió que la Covid ha cambiado completamente el escenario y que salvar puestos de trabajo es ahora prioritario.

De regreso del parón navideño, la decisión ya estaba tomada y sólo quedaba darle forma jurídica, porque la prórroga de los contratos implica extender y justificar un régimen de concesión que finiquita en junio.

En éstas, y cuando ya se buscaba fecha para dar la noticia a los paradistas, el PSC presentó una moción al pleno del 22 de enero reclamando una consulta ciudadana, a la que se sumó toda la oposición. El gobierno municipal quiso evitar entonces que la marcha atrás se visualizase como una concesión a la oposición y guardó sus cartas.

Error de cálculo

El resultado de la jugada fue desastroso porque los portavoces de PSC, CUP y Ciudadanos trituraron el argumentario oficial apelando simplemente a la sensatez política y a la cruda realidad derivada de la pandemia. Unos razonamientos que, paradójicamente, no debían distar mucho de los que ya habían llevado a los responsables municipales a cambiar de parecer. El órdago de la consulta les empujó a un error de cálculo en la estrategia de control de daños.

La consecuencia fue que la ceremonia de la rectificación, oficiada el pasado miércoles, tuvo todos los visos de una retractación forzada y contradictoria, a tenor de lo visto y oído cinco días antes, amén de dar pie a ser considerada una maniobra electoralista, porque la decisión se anunció a 24 horas del inicio de la campaña del 14-F. Una vez más en este asunto, el calendario venía envenenado.

¿La reforma urbanística del área del Carrilet y el proceso participativo para definirla traerán un nuevo mercado? Esta es una hipótesis poco probable, porque las alternativas que se barajan no pasan por un mercado de propiedad y gestión municipal, aunque si se quiere que la venta de productos frescos y de proximidad esté presente en la zona mediante otras fórmulas por determinar.

Las cosas están así hoy, pero en un mundo donde todo cambia tan rápidamente, quién sabe como estarán dentro de tres años.

Comentarios
Multimedia Diari