El país de los 45 minutos y la estación intermodal

Infraestructuras. Vincular la movilidad local, interurbana y regional es el reto, dicen los expertos, pero faltan concreciones y consensos 

02 mayo 2021 14:34 | Actualizado a 02 mayo 2021 14:43
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La conjunción de las crisis climática y sanitaria ha impulsado teorías como la de la ciudad de los 15 minutos: promover barrios y ciudades en los que sus habitantes puedan encontrar todo lo que necesitan –trabajo, comercio, sanidad, ocio, cultura– a un cuarto de hora de su casa, moviéndose a pie o en bicicleta. El concepto fue acuñado por Carlos Moreno, catedrático de la Universidad de la Sorbona, y popularizado por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que lo adoptó como una de sus propuestas bandera.

Al calor de los debates generados por este proyecto de reformulación del urbanismo, cuatro arquitectos e ingenieros catalanes esbozaron otra idea: la Catalunya de los 45 minutos. Assumpció Puig, decana del COAC; Oriol Altisench, decano de camins.cat; Xavier Marcet, presidente del IAAC; y Vicente Guallart, arquitecto, planteaban «qué hacer para conectar las ciudades medias de Catalunya con Barcelona en 45 minutos en trenes de nueva generación y sistemas colectivos eléctricos vinculados a grandes infraestructuras».

La propuesta constituiría el elemento central de un cambio que permitiera al país avanzar a la vez en otras cuatro direcciones estratégicas: invertir bien el dinero que llegue para la reconstrucción post-pandemia; cambiar las dinámicas históricas centro-periferia entre Catalunya y su capital; avanzar hacia una sociedad de emisiones cero; y quitar presión del precio de la vivienda y los servicios del centro de Barcelona.

Oportunidad

Para sus ideólogos, esta conexión ferroviaria entre la capital y las ciudades medias catalanas sería la solución para construir un país social y ecológicamente responsable, que garantice unas oportunidades similares en cualquier lugar del territorio. «Ahora, en estos días tan duros, puede llegar la oportunidad de crear un modelo de sociedad más adelantada, ecológica y justa, donde todos tengamos las misma oportunidades, y donde a partir de ser un país fuerte podamos trabajar en red para construir un hábitat global basado en principios de equidad social y equilibrio ecológico», proclamaban los autores del artículo, publicado en junio de 2020.

Aunque el análisis no entraba en propuestas concretas ni hacía ninguna referencia directa al Camp de Tarragona, el marco conceptual que formula resulta idóneo para insistir en la necesidad de la estación central intermodal del sur del aeropuerto de Reus. Una infraestructura que cuadra con todos los criterios estratégicos que defiende el citado modelo, con el valor añadido de convertir en oportunidad el contexto derivado de la pandemia.

Rescato esta tesis a raíz de la interesante jornada técnica sobre la estación intermodal organizada por la Cambra de Comerç de Reus y el Centre ECO-SOS de la URV., celebrada esta semana. Entre las intervenciones, cobró mucha relevancia otra visión estratégica: la necesidad de que la reivindicada estación central contribuya a resolver las disfunciones actuales en la movilidad interna y el transporte público del Camp de Tarragona, expuesta por el profesor de la URV Aaron Rodríguez. «Las dificultades que tenemos no se deben a la falta de infraestructuras, sino a la falta de planificación e integración. Necesitamos una solución que vincule la movilidad local, interurbana y regional. Este es el reto», manifestó Rodríguez.

Un criterio, en mi opinión, inapelable, aunque proyecte más incertidumbres que certezas sobre la estación, habida cuenta del poco consenso y las muchas voces discordantes –entre las propias administraciones públicas afectadas y entre éstas y los operadores privados– que despiertan los proyectos que actualmente hay sobre la mesa, con el tren-tranvía del Camp de Tarragona como ejemplo paradigmático. En este sentido, las alegaciones que esta misma semana ha anunciado el Ayuntamiento de Tarragona al proyecto del Departament de Territori i Sostenibilitat se antojan tan razonables que dejan en bastante mal lugar el diseño inicial realizado por la Generalitat.

Una de las buenas noticias de la jornada de la Cambra y la URV fue escuchar al secretario general de la Vicepresidència de la Generalitat, Albert Castellanos, que consideró fundamental garantizar la movilidad interna vertebrando el puerto, el aeropuerto, el tren-tram y la futura estación intermodal. Castellanos la reivindicó como «una infraestructura de carácter nacional que permita descentralizar el crecimiento del país i garantizar el retorno de la inversión en el aeropuerto de Reus».

Visiones como las de Rodríguez, Castellanos y la Catalunya de los 45 minutos no parecen contradictorias, sino complementarias y hasta en buena parte coincidentes. Y quizá tampoco disten tanto de la del autor del diseño del trazado ferroviario cuando contempló una estación central junto al aeropuerto. De eso hace ya un cuarto de siglo y así seguimos.

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