El pico (antes llamado hecatombe)

Diario de un confinado | Ahora que parece confirmarse que estamos en lo alto del pico, resulta que no conocemos su verdadera altura

29 marzo 2020 09:07 | Actualizado a 29 marzo 2020 09:17
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La música de una escuela cercana a mi casa suena puntualmente cada día llamando a los alumnos a entrar a clase, pero no hay ninguno que la escuche. Una buena alegoría de cómo el tiempo se paró hace 15 días. No se sabe cuándo podrán reabrir los colegios, ni qué pasará con el curso, pero el paréntesis habrá servido para que los estudiantes hayan vivido una experiencia esperemos que irrepetible, igual que la mayoría de adultos.


Las largas y duras semanas de confinamiento también les han servido para desarrollar algunas capacidades, como la de estar días y días encerrados en su habitación, de tragarse series a un ritmo muy superior al que ellos mismos imaginaban... Y para agudizar el ingenio ante situaciones límite, como encontrar excusas que sustituyan al horario lectivo para seguir sin colaborar en la limpieza de la casa o seguir sin entrar en la cocina si no es para saquear la nevera.


Quizá también hayan aprendido algo de estadística, ya que los informativos, las redes sociales y la tertulia familiar se han inundado de términos como pico y curva. Les ahorraré frases manidas sobre las virtudes desnaturalizadoras de la estadística, buen ejemplo de las cuales es que lo que antes habríamos llamado hecatombe, estos días se denomina pico, que resulta bastante más frío.
Así, los 832 muertos reportados ayer nos sitúan cerca del pico, sino ya encima de él, y eso comporta que semejante escabechina tenga una vertiente... (iba a escribir positiva, pero no me atrevo).


Sin embargo, hoy también es un buen día para reconocer la contribución de la estadística al conocimiento de la verdad, pues gracias a ella ayer se desveló que la mortalidad real por coronavirus en las comunidades de Madrid y las dos Castillas es mucho mayor de la que reflejan los registros oficiales, lo que a su vez ha permitido saber que centenares de fallecidos han sido enterrados sin poder practicarles las pruebas.


Ahora que parece confirmarse que estamos en lo alto del pico, resulta que no conocemos su verdadera altura.

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