El tren turístico de Tarragona tilda a Reus de 'pueblo'

Crónica humorística de la autoflagelación de un tarraconense a bordo del trenet

17 agosto 2017 10:49 | Actualizado a 08 noviembre 2017 13:28
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Quizá sea por la potencia de la Semana Santa tarraconense o por nuestro pasado gloriosamente romano, pero los tarraconenses solemos autoflagelarnos, ver solamente las cosas malas de la ciudad. 

Viajar en el trenet turístico inyecta un subidón de orgullo –la locución sólo destaca los aspectos positivos, como es lógico– pero un TTV (tarraconense de toda la vida) refunfuñaría con explicaciones alternativas a las bondades que describe el trenecillo. Veamos.

El trayecto –circular, con lo que el trenet se puede abordar y dejar en cualquier punto– empieza en la rotonda del Hotel Imperial Tarraco (la Plaça de la Unesco).

El hotel ni se menciona. Nuestro imaginario TTV deja ir su primera tanda de sacrosanta indignación: «¡Menuda vergüenza! Un sitio así y está cerrado. Sí, sí, ahora dicen que lo arreglarán, pero y ¿hasta entonces? Mucho protestar, pero nadie hace nada por el Imperial Tarraco».

Tras enfilar la Via Augusta y girar a la derecha a la altura del hotel Astari, el trenet circula al lado de los fortines de Sant Jordi y de la Reina. En la locución, breve historia de ambas construcciones. El TTV: «Mucho hablar de historia, pero ¿por qué no se explica que se cargaron el restaurante del Fortí? Estuve allí en varias comidas de Navidad. Menudo lujazo. Y ahora es una ruina. Típico de Tarragona. ¡Bufff!».

La playa del Miracle es la siguiente parada del trenet. Bajo la plataforma. El TTV se calienta: «Dichosa aberración.  Todo cemento y encima está abandonada. Mucho inventarse un proyecto, pero no me creo que se haga realidad».

Sigue el trenet, lleno hasta los topes de turistas. Explicación histórico-legendaria del origen del milagro que da nombre a la playa. El TTV: «¿Milagro? Milagro es que aguantemos a estos políticos. Al alcalde de antes y sus nadaladas y al de ahora con su manía por los Juegos del Mediterráneo. Mira las vías del tren. Parten la ciudad. Menos mal que el Port monta la pasarela. Pero no sé yo si quedará bien».

'Desde la Plaça Imperial Tarraco salen las principales vías de comunicación a los pueblos más cercanos como Vila-seca, Salou y Reus', se escucha en la locución

Siguiente parada:el puerto deportivo. La optimista locución lo define como una «zona de ocio nocturno, restaurantes y terrazas». El TTV –que es de esos que siempre ve la botella medio vacía, nunca medio llena–, espeta. « ¿Ocio nocturno aquí? Pero si no queda nada. En tiempos estuvo bien pero luego... Otro desastre».

El recorrido continúa por el Moll de Costa – «a ver si los cruceristas se dejan la pasta en los comercios, que falta hace», susurra el TTV– y el Serrallo. «¡Qué lástima!, la fachada marítima ha quedado muy bien, pero las calles interiores dan pena, con esos cables que van de casa a casa», dice.

Tras desviarse por la Tarraco Arena Plaça, el trenet enfila la Avinguda Vidal i Barraquer, donde los turistas oyen la historia de la Tabacalera y la necrópolis y observan «uno de los jardines verticales más modernos de Europa». 

El TTV se sale de sus casillas: «Pero si la Tabacalera está hecha un asco y no saben qué hacer con ella. Es para echarles a todos a la calle. ¿Necrópolis? Si está cerrada, como la Casa Castellarnau, por ejemplo. ¿Jardín vertical? Nido de suciedad es lo que es. Da asco pasar debajo».

El típico mal humor, el pesimismo antropológico tan típico de Tarragona, crece por momentos. Hasta llegar a El Corte Inglés. Sonrisa maliciosa del TTV: «Se lo ganamos a Reus, jejeje». La Avenida Lluís Companys acerca a los pasajeros al «centro de la Tarragona capital provincial» (locución dixit). «Eso, eso, capital, capital», presume.

El TTV está de subidón. Y suelta la carcajada cuando oye, textualmente: «Desde la Plaça Imperial Tarraco salen las principales vías de comunicación a los pueblos más cercanos como Vila-seca, Salou y Reus».

Al TTV ya (casi) no le importa que el trenet no hable de otros desastres como el Banco de España, el Mercat Central o el parking Jaume I o que no mencione nada del Teatre Tarragona. Es feliz con lo del «pueblo de Reus». Es muy de batallitas de campanar.

El broche de oro lo pone la última frase de la locución: «Tarragona es tres veces patrimonio de la humanidad» (por los castells, los restos romanos y la dieta mediterránea). «¡Al loro! No estamos tan mal. Nos queda Tarraco, el Concurs de Castells y el romesco. ¡Visca Tarragona!», sentencia.

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