En La Febró no nace ningún niño desde hace 30 años

En 24 municipios de la provincia azota la cara más amarga del invierno demográfico: no nacen niños. Es la estadística que arroja el INE respecto a 2017, el último año disponible. Ahí están poblaciones como Duesaigües, Caseres, Tivenys, Llorac, Arbolí, Conesa, Gratallops, Pontils o Vallclara. En otros 15 municipios tarraconenses –como por ejemplo Pradell de la Teixeta, Freginals o Godall– sólo hubo un alumbramiento. 

En Vinebre, uno de los municipios que dan ayudas a la natalidad, no hubo ningún nacimiento en 2017, según el INE, pero en 2018 se produjeron cuatro, tres niños y una niña, según sostiene el consistorio ebrense. 

Estos ejemplos ponen de relieve una realidad persistente sobre todo en el mundo rural: el interior de la provincia se queda sin críos. Hay pueblos en los que la crianza de infantes es, definitivamente, cosa prácticamente del pleistoceno. Uno de los ejemplos más extremos es La Febró (Baix Camp), donde no nace un niño desde hace 30 años. Hay que retroceder hasta 1989 para ver un nacimiento en esa localidad, según la estadística histórica de Idescat. 

En Forès (Conca de Barberà) hay que retroceder 15 años, hasta 2004, para ver el último nacimiento registrado en el censo. Curiosamente, ese año nacieron dos personas, batiendo un registro que no se alcanzaba desde finales de los 70. En Vallfogona de Riucorb, también en la Conca de Barberà, el último niño nació en 2012. Esa citada comarca al norte de la provincia, junto con otras como el Priorat o la Terra Alta sufren con especial dureza los embates de la baja natalidad y en consecuencia el envejecimiento de la población. 

Algunos municipios de la provincia han optado recientemente por impulsar medidas como cheques bebé para fomentar la natalidad e intentar paliar, en la medida de lo posible, el declive demográfico.