Lejos han quedado ya aquellas legislaturas en las que había dos concejalas sentadas en la sala de plenos, como ocurría en los noventa (1991-1995). Las idas y venidas del pasado mandato hicieron que un plenario constituido por once mujeres terminara con trece políticas en el Ayuntamiento. Pero este año la representación del que todavía la RAE se atreve a denominar ‘sexo débil’ ocupa nada más que catorce sillas en las arcas municipales; mayoría femenina.Y una de ellas tiene el poder.
Noemí Llauradó ha conseguido que Esquerra lograra los mejores resultados de su historia en Reus y la ciudadanía la ha colocado como pieza clave para decidir el futuro gobierno. Los pactos políticos, si es que Carles Pellicer quiere mantener los mismos acuerdos que hasta ahora, no serán tan ‘sencillos’ como hace cuatro años cuando ERC tenía sólo dos concejales. La fuerza de los seis republicanos traerá dolores de cabeza a Pellicer, que seguro que dará su brazo a torcer siempre y cuando lo que no se ponga en juego sea la alcaldía.
Ahora sí, el tiempo ha empezado a correr para Llauradó y su equipo, si no quieren ver como la alcaldía se queda en las mismas manos por tercera vez. Y ésta no es como las demás, no creo que estén dispuestos a defraudar a los 7.434 reusenses que el domingo depositaron su papeleta en las urnas. Y también el reloj va restando minutos para Junts per Reus, que sabe perfectamente lo que es gobernar en minoría y lo imposible que es avanzar con un plenario que bloquea propuesta tras propuesta. Veremos hasta donde está dispuesto a ceder uno y otro por el poder.