¡Es la economía y la salud, estúpido!

Diario de un confinado. Resultaría impresentable que los líderes políticos no fueran capaces de alcanzar un gran acuerdo en aras de superar el cataclismo

07 abril 2020 09:23 | Actualizado a 24 septiembre 2020 11:15
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Desconozco si existe esa estadística entre las muchas del coronavirus, pero es de suponer que tenemos el ratio de políticos infectados más alto del mundo. Mientras unos ya se han recuperado y otros afrontan la fase final de su convalecencia, la propuesta de Pedro Sánchez de reeditar los pactos de la Moncloa va a medir la salud política del país. El presidente busca el consenso de todo el arco parlamentario para afrontar la gran crisis desatada por el Covid-19. 

Sánchez dispone de alguna carta poderosa, más allá de las facultades excepcionales que ostenta por la aplicación del estado de alarma. La principal es que si la ciudadanía soporta miles de muertos y seis semanas de confinamiento con un alto grado de civismo, resultaría impresentable que los líderes políticos no fueran capaces de alcanzar un gran acuerdo en aras de superar el cataclismo.

Asumiendo que las fuerzas que posibilitaron la investidura de Sánchez pueden ser receptivas a la propuesta, el primer escollo estará en el PP. Pablo Casado es la pieza clave, pues sin el primer partido de la oposición no se puede firmar nada que se parezca a los pactos de la Moncloa. Su primera reacción ha sido tildar de «señuelo para no rendir cuentas» el ofrecimiento de Sánchez. Frío, frío.

A Vox, que es la tercera fuerza política, le será difícil dar marcha atrás en su postura de ni ponerse al teléfono, lo cual me parece una buena noticia para Sánchez y la sociedad en general. La sarta de disparates que soltó Abascal hace unos días reclamando la militarización del país bien merece una cuarentena política indefinida. 
Otro factor relevante es JxCAT, ya que preside la Generalitat de Catalunya. La portavoz del Govern, Meritxell Budó, abrió ayer la puerta a estudiar el pacto si hay «lealtad y cooperación con Catalunya». Torra y Puigdemont deberán afrontar el complejo dilema de asumir  –o no– que Catalunya tiene un problema mucho mayor y más urgente que el procés. «¡Es la economía y la salud, estúpido!», podría decirse, aplicando y ampliando el famoso eslogan de campaña de Bill Clinton.

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