Hay partido en la Cambra de Comerç de Reus

El bloqueo que vive la política catalana tiene amplio reflejo en los ayuntamientos de numerosas ciudades. En Reus encuentra además terreno abonado porque la aritmética resultante de las últimas elecciones municipales ya había dejado un escenario de muy difícil gobernabilidad. Los últimos acontecimientos hablan por si solos. El equipo de gobierno ha desistido de negociar los presupuestos con la oposición para «no perder el tiempo» y asume que quedarán prorrogados un año más, mientras el protagonismo del último pleno municipal fue para la trifulca entre la CUP y Cs a raíz de la detención de la concejal Mariona Quadrada.  

Renunciar a disponer de un presupuesto que plasme los objetivos y prioridades de un gobierno es abdicar del ejercicio mismo de la política. A partir de ahí, lo que queda es administrar el día a día y enfrascarse en la batalla de las ideologías y los gestos, a menudo alejados de lo que reclama la gestión de una ciudad. Ciertamente, la coyuntura que vive el país pone las cosas muy difíciles: el Govern de Torra aferrado a la irrealidad de la República no nata; políticos presos para los que se piden condenas aberrantes por delitos prefabricados, poderes del Estado volcados en una causa general contra el independentismo, una sociedad dividida y polarizada... 
Una derivada de la inestabilidad política ha sido la demora en la convocatoria de elecciones a las Cámaras de Comercio, que debían haberse celebrado en 2014. Finalmente, la Generalitat ha puesto en marcha el proceso, que concluirá en el primer semestre de 2019. Pese a que han perdido peso específico, las Cámaras son uno de los resortes de los que dispone el tejido económico para velar por sus intereses. Y en un contexto de parálisis institucional a todos los niveles, salvaguardar los anclajes de la sociedad civil frente a los vaivenes de los poderes públicos cobra especial importancia. Así como la capacidad y el empuje de sus líderes.       
La Cambra de Reus acomete este proceso con dos candidatos a presidirla, Jordi Just y Ágata Girbes, circunstancia que no sucedía desde 2006, cuando Isaac Sanromà ganó la presidencia frente a Jesús Palau.

Salvaguardar los anclajes de la sociedad civil frente a los vaivenes de la política y los poderes públicos es fundamental en la coyuntura actual

El último empeño de Sanromà como presidente saliente ha sido, precisamente, evitar una contienda electoral para proteger a la entidad de los posibles daños colaterales de un plenario con vencedores y vencidos en una Cambra que, como casi todas, no anda sobrada de contribuyentes. Que en toda Catalunya, sólo en Barcelona y Reus se presente más de una candidatura es ilustrativo al respecto, por más que la elección de presidente mediante el consenso o el voto entre dos opciones no es ni mejor ni peor en si misma.
La candidatura de consenso pareció cuajar cuando los dos nombres que se postulaban para el cargo, Just y Enric Olesti, anunciaron una lista conjunta. Pero la convivencia solo duró cuatro meses y las diferencias de Olesti y su equipo con Just precipitaron la ruptura y la retirada del gerente de Comavic de la carrera electoral. Pero aquel proyecto ha acabado cristalizando en una nueva candidatura, encabezada por la consultora Ágata Girbes.

El tiempo dirá si las elecciones conllevan o no una fractura en la entidad, si la campaña resulta más o menos agria o si los comicios son simplemente una oportunidad para las 22.000 empresas de la demarcación de la Cambra (Baix Camp, Conca de Barberà, Priorat, Ribera d’Ebre y Terra Alta) de decidir entre dos opciones, dos generaciones, dos perfiles y hasta dos sexos.
Por ahora, los síntomas apuntan a un escenario de tensión, reproches y recelos. El propio Sanromà apuntaba en esta dirección cuando, en una entrevista al Diari, responsabilizó sin tapujos a Jordi Just de imposibilitar una candidatura única y de priorizar sus intereses personales a los de la corporación. Los próximos meses estarán animados en la calle Boule.

 

Los candidatos
Dos perfiles contrapuestos

La mujer y el hombre que van a disputarse la presidencia de la Cambra de Comerç de Reus presentan perfiles personales y profesionales contrapuestos.
Jordi Just, 71 años, es un profundo conocedor del territorio y de los entresijos del poder político y económico tras una larga trayectoria en ambos ámbitos. Alcalde de Vinebre, su pueblo natal, durante la transición e histórico de la antigua Convergència Democràtica de Catalunya, fue candidato al Congreso y al Senado sin llegar a conseguir el escaño. Formó parte del comité ejecutivo de la Cambra durante la presidencia de su cuñado, Francesc Cabré. Tanto su adiós a CDC como a la Cambra fueron más bien traumáticos. Actualmente se dedica a la gestión su sociedad patrimonial.
Por su parte, Agata Girbes, 46 años, es consultora de empresas especializada en recursos humanos y fundadora de la firma Tànden Recursos Humans. Preside la Comissió Dona i Empresa de la Cambra de Comerç y apuesta por dotar a su candidatura de amplia presencia femenina y un fuerte componente de jóvenes empresarios.

 

El dato
Dos presidentes en  50 años

Si algo ha caracterizado la vida de la Cambra de Comerç de Reus en el último medio siglo ha sido la estabilidad y el continuismo. Desde que Francesc Cabre accediera a la presidencia en 1968, la entidad sólo ha conocido a dos presidentes: el propio Cabré (1968-2006) e Isaac Sanromà (2006-). Sólo en 2006 el plenario tuvo que votar entre dos aspirantes, Sanromá y el abogado Jesús Palau. En los 38 años de Cabré al frente de la Cambra, el empresario textil forjó un sólido respaldo de la mayoría de representantes de los sectores económicos. Llegaron a presentarse candidatos alternativos, pero renunciaron antes de afrontar la votación final ante la evidencia de la derrota.