Josep Gumà: 'El cáncer es una enfermedad seria, pero no es una sentencia de muerte'

Gumà és el director del Institut Oncològic Catalunya Sud, centralizado en el Hospital Sant Joan de Reus

06 junio 2018 17:05 | Actualizado a 06 junio 2018 17:16
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Cuantas veces le habrán preguntado si el cáncer se acabará curando... 
Me lo han preguntado muchas veces, porque entiendo que es lo que la gente quiere saber. En el caso del cáncer es complicado saberlo, porque no es una enfermedad, sino más de 800 enfermedades diferentes. Cada vez curamos más, pero llegar a decir que llegará el día en que se curará todo el cáncer probablemente no pasará nunca, ni con ésta ni con ninguna enfermedad. Tampoco se curan todas las gripes, pero sí la mayoría. Cada vez curamos más cánceres. Por ejemplo, el de mama casi en un 90% de los casos. En cambio hay otros en los que se ha avanzado menos.

Siempre y cuando se coja a tiempo, ¿no?
Si se cogen a tiempo, prácticamente se curan todos. El problema es que hay algunos que dan síntomas cuando están muy avanzados, aunque muchos de estos también los acabamos curando. Por ejemplo, el cáncer de testículos con metástasis, los linfomas avanzados, las leucemias, etc. En cambio hay otros que para vencerlos tienes que cogerlos más avanzados.

¿Porqué se hizo oncólogo y no eligió otra especialidad? 
Fue pura casualidad. Yo quería especializarme en Medicina Deportiva. Lo de ser médico me vino porque mi abuelo ejerció esta profesión en Valls y me gustaba la idea de hacer de médico con pocos recursos y mucho oficio. Mientras estudiaba la carrera en la UAB, en los veranos empecé a hacer prácticas en Oncología del Sant Joan porque conocía al que entonces era el director de este servicio, Joan Borràs. Empecé a combinar estas prácticas con las de Neumología. Me empezó a gustar mucho el tipo de ‘onco’ que se hacía en el Hospital Sant Joan. 

¿Y qué tipo de oncología era, que no se hiciese en otros hospitales? 
Era una oncología donde el centro de todo era el enfermo. Corría el año 1984 y los recursos eran justos. En cambio, los médicos hacían una medicina basada en la evidencia, aplicaban mucho todo lo que sabían y con mucho rigor científico. Sobre todo, se cuidaba al enfermo hasta el final, aunque se curaba  menos que ahora.

¿El oncólogo está hecho de otra pasta? 
Hay médicos que no podrían serlo, pero muchos tampoco quieren. La oncología es una especialidad desconocida dentro de la Medicina. Se tiene la creencia de que nuestros pacientes se nos mueren, pero no hay que olvidar que el 60% se cura. Tal vez no todo el mundo vale para oncólogo, pero tampoco para oftalmólogo u otra especialidad.

¿Qué característica les define? 
Para ser un buen oncólogo tienes que ser médico general, porque ves tumores de cualquier parte del cuerpo y tienes que saber bastante clínica de todo. Esto es algo que me atrajo de la oncología. Si tu éxito es curar, tal vez hay especialidades más agradecidas, pero si tu éxito es curar hasta donde puedas, aliviar todo lo que puedas y consolar siempre, la oncología es la mejor especialidad. 

¿Cómo lo hace para no llevarse el trabajo a casa y saber desconectar de situaciones que le pueden acabar afectando? 
Es importante saber guardar un equilibrio, aunque a veces no es fácil porque hay enfermos que puedes estar llevándolos 20 años. Te implicas, pero hay que intentar no sufrir demasiado. Si no consigues este equilibrio no puedes ser oncólogo. Cuando era residente, uno de mis jefes me aconsejó que tenía que encontrar el equilibrio. No puedes pasar del enfermo, porque te deshumanizas, pero tampoco te puedes llevar cada caso a casa. 

Pero ustedes son humanos y más de un caso les acabará afectando... 
Por su puesto. A veces te afectan más según qué casos porque tú estás en una situación más delicada. O casos dramáticos que te tocan. Sería raro que no pasase. Pero no puede ser que cada día te vayas a casa sufriendo.

¿Se acuerda de la primera vez que tuvo que informar a un paciente que sufría cáncer? 
No. 

Imagino que sería muy diferente hacerlo hace 30 años, cuando los índices de supervivencia era más bajos que ahora, ¿no? 
No creas. La manera de decírselo al paciente era igual entonces que ahora. La información es una técnica que hay que saber utilizar. Hay una serie de cosas que hay que cumplir. Por ejemplo, tu no puedes leerle la cartilla al paciente, tienes que dejar que pregunte, dejarle las puertas abiertas. Una noticia de este calibre no se da en 10 minutos, sino que puede espaciarse en semanas. Aunque ahora parece que sea más fácil decírselo al paciente porque hay más supervivencia, la técnica de informar es la misma. 

¿El impacto de la noticia es menor hoy en día? 
Sí. Hoy se habla más abiertamente del cáncer, también porque la gente se cura más. El cáncer no es una sentencia de muerte. Es una enfermedad seria, a veces menos que otras, pero que hay que tratarla como toca.

¿Qué son más importantes, en una especialidad como la oncológica, los medios técnicos o el factor humano? 
Todo es importante. Tenemos muchas herramientas para curar el cáncer, tanto técnicas como farmacológicas. Pero si tienes todo esto pero no estás coordinado para utilizarlas como toca y te falta el factor humano, la cosa no irá bien. Sin unos buenos profesionales podrías curar, pero con lo que no se cura no sabrías qué hacer. La calidad de vida mientras estás tratando un cáncer, si no hay factor humano, baja mucho. O si tienes de todo, pero no haces las cosas cuándo toca o no evitas una lista de espera, los enfermos se curan menos. Es un tema de organización y por eso son tan importantes los institutos de oncología como el nuestro. Aquí tenemos todo a mano y a un paciente puedes hacerle un tratamiento de quimioterapia, junto a otro de radioterapia, o de curas paliativas para tratarle el dolor y que a la vez lo visite el psicólogo.

¿Cuál es la máxima del personal de un servicio de oncología? 
Que el paciente es el centro de todo. Todos nosotros giramos alrededor de una persona y de una familia que está sufriendo. Parece que no, pero cuidar a la gente es cansado. Si un paciente de cáncer tiene dolor y te limitas a enviarlo a urgencias, no es lo mismo que si lo acompañas tú, le recetas algo, le llevas un seguimiento, etc.

¿Puede ser contraproducente prestarle excesiva atención a las muchas noticias que salen sobre adelantos científicos en la lucha contra el cáncer?
Es normal que si un grupo de investigadores descubre algo quiera publicitarlo. Soy partidario de que los descubrimientos se publiquen en las revistas científicas. Pero cuando estas noticias después salen en la televisión o en los periódicos, a veces hay que matizarlas. Porque pueden haber descubierto, por ejemplo, que un determinado medicamento funciona en ratones, a la hora de combatir la metástasis, pero de aquí a que esto se pueda aplicar en humanos y que se haga el fármaco, a lo mejor pasan 10 años. La persona que tiene un cáncer, en aquel momento, lo primero que hace es preguntarse si aquel estudio podrá ayudarle. A veces, estas noticias pueden llegar a crear falsas esperanzas en los pacientes.

¿En qué hemos avanzado más en la lucha contra el cáncer en estos últimos 10 años? 
Básicamente en fármacos y en algo más novedoso, que es la inmunoterapia. Gracias a ella hemos conseguido que nuestro cuerpo actúe contra las células del tumor, algo que antes no hacía, porque no las reconocía como malas. Estos medicamentos los estamos dando cada día y están saliendo muchos nuevos. Además, son combinables con todo lo que teníamos hasta ahora: quimioterapia, radioterapia, otros medicamentos, etc. Lo de la medicina personalizada, cada vez es más verdad. 

¿Podemos estar orgullosos del nivel de asistencia oncológica en nuestra provincia? 
Sí, mucho. Se está actuando muy bien en toda Catalunya, el Estado y en la Europa occidental. Tenemos buenos medios y, sobre todo, una buena coordinación. No existen listas de espera en oncología.

¿Nos movemos en índices de supervivencia similares a los de otros países? 
Sí. Además, tenemos la suerte de contar con Fundació Lliga per a la Investigació i Prevenció del Càncer (FUNCA), que cuenta el cáncer que tenemos y el que se cura. Si miras supervivencias en Europa, aquí estamos muy bien.

¿Ser oncólogo le ha influido a la hora de afrontar la vida y la muerte? 
Sí. He aprendido a pensar en lo que realmente importa y diferenciarlo de lo que son ‘paridas’. Los problemas de verdad son los de salud. Relativizas mucho todo.

¿De qué se siente más orgulloso de su 26 años de carrera? 
Hemos sido capaces de organizarnos en una estructura importante para el tratamiento y el control del cáncer, sin perder la humildad del médico de cabecera. 

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