Kebabs, mandalas y batas: donaciones Covid al Sant Joan de Reus

Solidario. La sociedad se volcó con el Hospital en la pandemia y dio lugar a un alud de aportaciones de todo tipo que han llevado al centro a crear un protocolo específico

23 agosto 2021 17:20 | Actualizado a 24 agosto 2021 05:34
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El Hospital Sant Joan de Reus recibió, coincidiendo con la irrupción de la Covid-19, hasta 234 donaciones de particulares, entidades y empresas. Fueron aportaciones materiales –también las hay monetarias– que, tal como explica Núria Sardà, responsable de la recientemente creada Àrea de la Ciutadania del centro, «iban desde una caja de guantes hasta respiradores para la UCI, pizzas o pulsioxímetros… nos llegaba de todo y de parte de todos». La sociedad se volcó.

La primera donación la registró el Sant Joan justo el 19 de marzo de 2020, pocos días después de decretarse el estado de alarma, en forma de 5.000 mascarillas quirúrgicas cedidas por la comunidad china de Reus. «En aquel momento, valían oro», apunta Sardà. A estas les sucedieron equipos de intubación, geles hidroalcohólicos y EPIs, pero también 600 bolsas de ensalada, 500 cápsulas de café y más de 150 kilos de atún fresco. Y juegos de mesa para los hospitales-salud, toallas, mandalas para pintar, 1.450 barras de turrón y 240 botellas de horchata. Restaurantes locales cocinaron raciones de croquetas para paliar el desgaste de la plantilla en su carrera de fondo contra el virus, aficionados al deporte cedieron sus máscaras de snorkle cuando faltó material y «hasta un motero nos trajo una bolsa con gafas que finalmente no se pudieron usar». «Tenemos mucho que agradecer», indica Sardà.

Semejante avalancha de solidaridad llevó al Hospital a protocolarizar las donaciones y «ahora estamos tratando de encontrar la forma de incrementar las aportaciones, que nos sirven mucho para llevar a cabo proyectos concretos o mejoras del centro donde es importante la colaboración del tejido social», dice la responsable de este ámbito. Aunque «hay quien puede pensar que lo que se obtiene por esta vía podría comprarlo el propio centro», añade Sardà, «lo cierto es que el Hospital debe centrarse mucho más en el servicio que presta y las donaciones, a menudo, acaban siendo unos ‘pluses’ que, además, se enriquecen con la participación de la comunidad».

Entre estas 234 donaciones estrechamente vinculadas a la Covid también hubo cerca de 17 kilómetros de plástico que se transformaron en batas y, «por poner un ejemplo, la asociación Som el que Fem nos confeccionó hasta 10.000 mascarillas que incluso ahora seguimos utilizando». Los sanitarios del Sant Joan recibieron pantallas de protección, monos, gorros y otro equipamiento y también hubo, para los pacientes, una docena de tabletas digitales y 34 teléfonos para contactar con la familia, así como 100 tarjetas de televisión gratuita que seguro que hicieron más ligero el ingreso. Todo ello entró entre los meses de marzo y diciembre. A partir de entonces, las aportaciones bajaron y «ya había disponibilidad de material». La última relacionada con la pandemia fue en julio del año pasado y consistió en batas y mascarillas procedentes del Col·legi Oficial d’Infermers de Tarragona. En metálico llegaron más de 156.000 euros. El Hospital responde siempre con cartas de agradecimiento.

Un legado que mejora Oncología

No todas las donaciones tienen que guardar necesariamente vínculo con la pandemia. Uno de los objetivos que se fija ahora el Sant Joan es reformar la sala de espera del Hospital de Día de Oncología. La intención es ejecutar el proyecto a través de colaboraciones. De hecho, podrá echar a andar gracias al legado solidario de 36.000 euros que dejó J.M. Solé, un paciente que «pasó muchas horas en esa sala» y no pudo superar la enfermedad.

Además, la cooperación de la Fundació Privada Reddis y la Associació Amics de l’Hospital ya ha dotado a los profesionales del turno de noche del Sant Joan de 190 linternas. Estas deberán servir para acceder a las habitaciones de los pacientes sin encender la luz y mejorar, así, el descanso de los enfermos. Otros elementos que incorporará el centro mediante este sistema son semáforos que se colocarán en Urgencias, Neonatos y la UCI y que miden el volumen de la conversación, de manera que alertan cuando alguien está hablando en voz demasiado alta o cuando se sobrepasa cierto nivel de ruido.

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