La Biblioteca del Centre de Lectura en la era digital

La entidad está inmersa en la informatización del catálogo bibliotecario. Más de 85.000 obras, 100 de ellas del s. XVI, restan por introducir en el sistema para poder consultar por Internet

19 mayo 2017 22:19 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:39
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Manos a la obra. Este es el espíritu que desde julio del año pasado impera en la Biblioteca del Centre de Lectura con el objetivo de reconvertir el catálogo manual bibliográfico en un registro informatizado y consultable a través de Internet.

A principios de este mes, de los 261.854 documentos del catálogo, 176.252 ya se pueden buscar vía telemática, mientras que todavía restan pendientes de ‘convertir’ más de 85.000 documentos. Estos últimos son los que en el próximo año iniciarán el camino de la regeneración digital. Se trata de documentos del siglo XVI y de la hemeroteca, así como fondos bibliográficos del siglo XIX y XX que se informatizarán de manera progresiva. «El convenio con Beep/Ticnova y la Fundació Privada Reddis nos permite poner al día el catálogo bibliográfico, porque si no se puede consultar en línea es muy difícil que los usuarios sepan lo que realmente aguarda la biblioteca del Centre de Lectura, teniendo en cuenta que tenemos un fondo muy antiguo así como importante del siglo XVIII y XIX», explica Montse de Anciola, responsable de la Biblioteca del Centre de Lectura.

La Biblioteca nació junto con el Centre de Lectura en el año 1859. Durante todo este tiempo, según Montse de Anciola, «nunca se había hecho un inventario a conciencia por lo que la informatización resulta útil también para revisar el catálogo». «Durante la Guerra Civil cayó una bomba en el centro e imaginamos que se quemó o desapareció una parte del fondo bibliográfico». De hecho el anecdotario está lleno de curiosidades. «Hemos descubierto que tenemos las fichas de algunos libros pero no encontramos los ejemplares, y viceversa», señala De Anciola.

 

El proceso

Martí Balsells está a la cabeza del proceso de informatización. Él es el que se encarga de combinar las distintas fichas (que pueden llegar a cinco) que existen de una misma obra, y que están clasificadas por autor, catálogo sistemático de materias, etc.

«El trabajo no es complicado, pero sí monótono. Se trata de buscar las tarjetas que existen de un libro y juntarlas todas, para después poderlas informatizar», explica Martí. Horas y horas en la Biblioteca son necesarias para desarrollar esta tarea. No todas las fichas son iguales, algunas están manuscritas mientras que otras ‘más modernas’ están impresas con máquina de escribir. Y es que desde que se inauguró la Biblioteca del Centre de Lectura, en 1859, se han acumulado decenas de miles de tarjetas con la descripción de los libros.

En ocasiones, la búsqueda del ejemplar no resulta efectiva. En este caso, según la responsable de la Biblioteca, lo que se hace es «dar de baja la obra hasta que la encontramos». Montse de Anciola ha sido testigo de cómo con la renovación de la sala principal de la Biblioteca se encontraron nuevos ejemplares entre las estanterías. Después de hallar el libro la siguiente en la línea de producción es Mireia Masip, responsable de catalogar, etiquetar y guardar el libro donde le corresponda. Finalizado este proceso, las fichas son destruidas. «Sobre todo las más nuevas, aunque conservamos una muestra de cada época para poder tener un histórico de toda la gente que ha escrito fichas durante todas estas décadas», detalla la responsable de la Biblioteca. Actualmente ya están informatizados los Incunables (20); el fondo bibliográfico de los siglos XVII y XVIII (399 y 2.489 ejemplares); el fondo Infantil (10.349), el fondo Local (12.109) y el fondo Audiovisual (15.525).

 

El sistema bibliotecario

Las fichas existentes tienen todo y nada en común. Comparten años de historia pero lo cierto es que el perfeccionamiento del sistema bibliotecario ha influido en la descripción de los documentos. «Al principio se conformaban con poner el autor, el título y poca cosa más, en cambio hoy en día la información es mucho más completa y profunda, desde las páginas, la editorial, los traductores, etc.», detalla De Anciola.

La llegada de la era digital también ha representado otros beneficios para el equipamiento. «El hecho de formar parte de registros colectivos conlleva que las normas de catalogación sean cada vez más uniformes. Y es que si tú tienes una obra y encuentras que otra biblioteca la tiene catalogada puedes utilizar su información y adaptarla al catálogo de la biblioteca», señala la responsable de la Biblioteca del Centre de Lectura.

Hasta llegar a este punto, el procedimiento de catalogación ha pasado por tres métodos y a partir de 2016 se implantará el cuarto. «Las normas iniciales empezaron por el ISBD, después el CATMARC, adaptado a las bibliotecas catalanas, y el tercero ha sido el MARC21, con el objetivo de compartir la información con todo el mundo», detalla De Anciola.

Estos tres sistemas formarán parte de la historia de las bibliotecas cuando a partir del próximo año se implante el RDA (Recursos, Descripción y Acceso), un método adaptado a la catalogación en función del soporte y los nuevos formatos de información. El código está diseñado para el entorno digital, mientras que las anteriores reglas estaban diseñadas para el catálogo manual.

«La informatización y el préstamo interbibliotecario han cambiado por completo la manera de trabajar, ahora toda persona desde cualquier parte del mundo puede consultar el catálogo y solicitar el ejemplar o múltiples obras si las necesita. No existen fronteras», concluye la responsable de la Biblioteca del Centre de Lectura.

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