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La Guàrdia Urbana de Reus levantó, durante el pasado mes de agosto, 419 actas por no llevar la mascarilla puesta o tenerla de forma incorrecta. «Siempre hay aquél que espera a cruzarse contigo para ponérsela bien. ¿Es que no entienden que nos estamos jugando el futuro en muchos trabajos?», recrimina Pere, camarero de un céntrico restaurante de la ciudad al ser informado de la alta cifra. «Se puede entender más o menos la obligatoriedad, pero al final, no ponérsela, es de falta de compañerismo con los demás», insiste.
El pasado 9 de agosto la Generalitat de Catalunya hacía obligatorio el uso de la mascarilla al aire libre, aún con distancia de seguridad, y con sanciones de hasta cien euros para quien no lo cumpliera. Además, el 21 de agosto, la consellera de Salut, Alba Vergés, anunció restricciones estrictas en la capital del Baix Camp para tratar de controlar los contagios, dado que el riesgo de rebrote de Covid-19 en Reus se ubicaba en parámetros altos. El consistorio reusense se sumó y decidió cerrar todas las instalaciones deportivas municipales y los parques, así como limitar el aforo en transporte municipal y en servicios funerarios.
Aún con este contexto, las cifras de sanciones en la ciudad por el uso inadecuado o incorrecto de la mascarilla es elevado. Algo que preocupa a la ciudadanía, que tiene miedo ante la posibilidad de un nuevo confinamiento si no se cumple con la normativa. «Cuando se anunció el riesgo alto de contagio pensé que se respondería en masa a los cribados. Pero todo ha resultado lo contrario», explica Núria, vecina del barrio de la Sardana. En Reus solo se hicieron 1.768 test PCR (23 positivos) del mínimo de 3.000 a los que se quería llegar desde la Generalitat. Por otro lado, relaciona la cifras de las sanciones, con un futuro negro: «si no somoc capaces de cumplir con medidas tan fáciles, acabaremos confinados de nuevo, y eso sería insoportable».
Incivismo y botellón
Por otro lado, y como en tantas otras ciudades, en Reus los botellones han sido un recurso muy frecuente ante una escasez o limitación del ocio nocturno ante el contexto de la pandemia y las restricciones a las que obliga. Así lo revelan las cifras. Tan solo hace falta fijarse en las 124 actas que la Guàrdia Urbana levantó el mes pasado por beber alcohol en la vía pública. Unos números que duplican las 63 multas realizadas por el mismo delito en julio en la ciudad. y que comportaron que el consistorio reusense decidiera intensificar el control del consumo de alcohol en la calle y limitar los horarios de las tiendas de conveniencia hasta las once de la noche, como medida para contener el riesgo a contagio del Covid.
En este línea pasado 17 de agosto, la Guàrdia Urbana y los Mossos d’Esquadra frustraron un macrobotellón en el polígono Alba de Reus, dónde se prevenía la asistencia de un centenar de personas y tal y como informó el Diari a principios de agosto, plazas céntricas como las del Teatre y Baluard se convirtieron, este verano, en el núcleo de festejo nocturno juvenil. Algo que, además de preocupar a los vecinos, por el incivismo que suelen comportar estos botellones, también llama la atención a nivel de salud. «No creo que todo sea culpa de los jóvenes, pero es verdad que actos como estos nos retratan y ahora no es lo más recomendable», opina Joan, un joven reusense. «Además de ser unos incívicos van todos sin mascarilla, no son conscientes de la realidad», destacaba Pepita, vecina de la plaza el Baluard.
En el año 2019, en Reus se levantaron 1.306 actas por hacer botellón. La ordenanza de civismo de la ciudad considera infracción leve beber en la vía pública, por lo que puede comportar multas de entre 300€ hasta 600€ en caso de reincidencia.
